El 16 de noviembre, Pedro Sánchez era investido presidente con el apoyo de los comunistas y de todas las fuerzas independentistas presentes en el parlamento español.
El nuevo gobierno repite con cuatro vicepresidencias y 22 ministerios, pero Pedro Sánchez ha batido un nuevo récord de gasto y tiene el Gobierno más caro de la historia con un total de 2062 asesores y 336 altos cargos, lo que supone un gasto total de 146 millones de euros, según los datos del Ministerio de Hacienda. La extrema izquierda consigue cinco ministerios: Trabajo, Sanidad, Cultura, Derechos sociales y Agenda 2030, e Infancia y Juventud. Este último recién creado y en manos de Sira Rego, una comunista de origen palestino, que el mismo día de las masacres cometidas en Israel por Hamás publicó un tuit en el que afirmaba que los palestinos “tienen derecho a resistir”.
Esto, que lógicamente dio lugar a una polémica, no fue nada con lo que estaba por llegar. Pedro Sanchez visitó Jerusalén junto al primer ministro belga, Alexander De Croo, pare reunirse con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu. Durante la reunión, Sánchez le dijo a un estupefacto Netanyahu lo que tenía que hacer para resolver el conflicto. Lógicamente, el primer ministro israelí le dejo claro a Sánchez que no le podía dar lecciones. Pero el problema no había hecho más que empezar. En el paso fronterizo de Rafah, en Egipto, Sánchez afirmó que la violencia no soluciona nada y clamó contra la “matanza indiscriminada de civiles”, en alusión al ejército israelí. No sólo eso, Sánchez también señalo la posibilidad de que España reconociese unilateralmente al Estado palestino aunque la Unión Europea no lo hiciese. Estas declaraciones llevaron a las autoridades israelíes a convocar al embajador español por considerarlas un “apoyo al terrorismo”. Precisamente, el grupo terrorista Hamas felicito a Sánchez y De Croo por su postura “clara y audaz”. De vuelta en Madrid, Sánchez agravó aún más la crisis, acusando a Israel de “incumplir el derecho internacional humanitario” y calificando de “anécdota” las imágenes que había visto en Israel sobre la masacre del 7 de octubre en una entrevista televisiva. Como consecuencia, Israel ha retirado a su embajadora en España. “Tras las escandalosas declaraciones del presidente del Gobierno español, que una vez más repitió acusaciones infundadas, decidí convocar a nuestra embajadora en España para consultas en Jerusalén”, señaló Benjamin Netanyahu. Al parecer, ninguno de los nuevos 2062 asesores del gobierno tiene alguna noción de diplomacia.
El Partido Popular vuelve a las andadas
Alberto Núñez Feijóo calificó en el congreso de los diputados la investidura de Pedro Sánchez como una operación de “corrupción política” que ha dinamitado los “límites éticos, políticos y legales”, y le acusó de mentir porque durante años aseguró que la amnistía era imposible. Sin embargo, después de que Sánchez fuera investido presidente con los votos de comunistas y separatistas, Feijóo se acercó a felicitarlo, en un gesto difícil de entender cuando en las semanas previas a la investidura había calificado la amnistía como una “aberración” y un “ataque a la democracia y a la igualdad entre los españoles”. Este gesto hizo pensar a muchos que, a pesar de los discursos y de seguir convocando manifestaciones en la calle, la dirección del PP había vuelto a su papel habitual de colaborador necesario del PSOE que nos ha llevado a la dramática situación actual. No hubo que esperar mucho, desde la cúpula del PP se señaló que la “oposición de Feijóo va a ser frontal”, pero sin “decir que es un Gobierno ilegítimo e ilegal”, en un ejercicio de “dureza compatible con moderación”. Unos días después, Feijoo hacia unas declaraciones en las que afirmaba que “se habla mucho de amnistía, de independencia, de condonaciones de deudas a las comunidades autónomas que más dinero tienen y de lo que se debe hablar es más de precios, de cómo podemos bajar las hipotecas y cómo podemos llegar a fin de mes”. Es decir, para el Partido Popular, la amnistía a los golpistas y el fin de la separación de poderes y de la igualdad de los españoles, son temas secundarios ante la cuenta de la compra. Ese mensaje pareció confirmar que, de nuevo, el PP volvía a las andadas y aceptaba la nueva situación. La confirmación llegó cuando Feijóo se ofreció al Partido Socialista para colaborar en los temas relacionados con la violencia de género y “luchar contra la violencia machista”. El 28 de noviembre, cinco días antes de una nueva manifestación contra el gobierno de Sánchez, el Partido Popular pactaba con el PSOE y con Sumar la creación de 31 comisiones parlamentarias, entre ellas una comisión contra la corrupción y otra para alcanzar los objetivos de la Agenda 2030. No solo eso, Feijóo se niega a coordinar una respuesta con VOX, que ha apoyado todas las manifestaciones convocadas por los populares, y se niega a no tramitar la ley de amnistía en el Senado, donde el PP cuenta con mayoría absoluta, porque eso significaría abusar de las normas, algo injustificable a pesar de que la izquierda está dando un golpe de estado.
¿Cómo justifica el PP su pasividad? Con una palabra mágica que también emplea a menudo el Partido Socialista en el gobierno para justificar leyes que perjudican a los españoles: “Europa”. Los moderados dirigentes del PP han dejado la pelota en el tejado del Partido Popular Europeo, cuyos lideres están siendo mucho más contundentes con las actuaciones de Sánchez que los españoles. La última y más sonada polémica ha sido con Antonio Tajani, líder de Forza Italia, vicepresidente y ministro de Exteriores italiano, después de que Pedro Sánchez, afirmase que Italia tiene un gobierno de “ultraderecha” y “reaccionarios”. Tajani contesto que en España gobiernan “los secesionistas” y puso en duda el respeto al Estado de derecho. El parlamento europeo celebro un debate sobre la amnistía el 22 de noviembre, y ha convocado un debate para el 23 de enero sobre la situación del Estado de derecho en España. Sin embargo, la Comisión parece poco dispuesta a actuar como lo hizo con los gobiernos conservadores de Polonia y Hungría, y de momento está “analizando” la ley de amnistía. No es extraño, porque, al fin y al cabo, Pedro Sánchez es uno de los suyos, un devoto seguidor de los mantras de la Agenda 2030.
Un mes de movilizaciones
Ha habido varias manifestaciones multitudinarias convocadas tanto por VOX como por el PP, incluso una huelga general del sindicato Solidaridad, pero, sin duda, la imagen de las protestas que ha trascendido en la gran mayoría de los medios de comunicación internacionales es la que cada noche, desde ya hace más de un mes, se concentra frente a la sede del PSOE en Madrid, en la calle Ferraz, o más bien ante las vallas de la policía. Las injustificadas cargas policiales contra manifestantes pacíficos en la cuarta noche de protestas, en la que los antidisturbios emplearon gases lacrimógenos y pelotas de goma (algo que no hicieron en Cataluña contra grupos violentos organizados), mostraron al mundo que algo estaba pasando en España. Tucker Carlson acudió también una noche a Ferraz acompañando a Santiago Abascal, que junto a otros dirigentes de VOX ha acudido regularmente a las protestas, aumentando la repercusión mediática de las protestas. La posterior entrevista con el líder de VOX ha sido vista hasta el momento por mas de 10 millones de personas.
En Ferraz se ha visto de todo: un desfile de muñecas hinchables hacia la sede del PSOE por el escándalo de varios diputados socialistas con prostitutas; lonas contra el PSOE y la actuación policial; una barbacoa para dar de cenar a los manifestantes… Pero, sobre todo, se ha visto una capacidad de resistencia que muchos no creían posible. A pesar de las cargas policiales, los intentos de criminalización por parte de los medios y las multas, las concentraciones se han repetido cada noche. Uno de los momentos mas tensos se produjo cuando la policía multó e incluso detuvo a algunas personas por rezar el rosario. Al día siguiente, la calle estaba llena de gente rezando con su rosario en la mano. Puede que el paso del tiempo haga decaer las protestas, pero está muy claro que el gobierno no ha encontrado la forma de impedir que la gente acuda a Ferraz.
Mientras miles de españoles salen a la calle día tras día preocupados por su nación, el futuro de España se discutía el 2 de diciembre, en un lugar secreto y aislado cerca de Ginebra (Suiza), en la primera reunión entre el PSOE, representado por su número 3, Santos Cerdán, y Junts, representado por su líder, el prófugo Carles Puigdemont. Una reunión que habría ido bien, en palabras de Cerdán, y en la que, según fuentes de Junts, se habría tratado la amnistía, como primer paso para garantizar el apoyo a Sánchez, para después continuar con “el dinero y el referéndum”. Por si todo esto no fuese lo suficientemente grave, la reunión contó con la presencia de un mediador internacional, el diplomático salvadoreño Francisco Galindo Vélez, embajador en Francia y Colombia con gobiernos de la izquierda hasta su cese en 2020, representante del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), y un observador en el proceso de paz entre el gobierno colombiano, Cuba y la guerrilla comunista de las FARC. Es difícil imaginar más oprobio y humillación para un país por un puñado de votos, desgraciadamente, esto no ha hecho más que empezar.
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