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Amanecer Rojo

2024-10-29
Tiempo de lectura: 5 min
En 1984 se estrenó “Amanecer Rojo” (Red Dawn), una película dirigida por John Milius, que dos años antes había dirigido “Conan, el Bárbaro”, y protagonizada por Patrick Swayze y Charlie Sheen. La película plantea una historia alternativa en la que la victoria de los Verdes en Alemania Occidental acaba provocando el fin de la OTAN, una revolución comunista en Méjico apoyada por Cuba lleva a este país a la orbita soviética y Estados Unidos está cada vez más aislado. El Pacto de Varsovia ataca entonces varias ciudades estadounidenses, y también Pekín, con armas atómicas e invade el territorio americano. Los protagonistas de esta historia son unos adolescentes de Calumet (Colorado) que ven como su pequeña ciudad es ocupada por tropas soviéticas y cubanas, y comienzan una guerra de guerrillas contra el invasor. Finalmente, y gracias al sacrificio de patriotas como los representados en la película, Estados Unidos gana la Tercera Guerra Mundial.

 

En 2012 se estrenó una nueva versión de la película, con bastante menos éxito que su predecesora, en la que la invasión no corría a cargo de la Unión Soviética y Cuba, sino de tropas de Corea del Norte con el apoyo de Rusia y China. En un principio, iban a ser tropas chinas las que invadirían la ciudad de Skopane, en Washington, pero se creyó que eso podría afectar negativamente a la taquilla y se escogió a los norcoreanos. Este hecho restó credibilidad a una película ya de por sí fantasiosa; una cosa es que te invada la Unión Soviética o China, pero otra muy distinta es imaginar a las tropas de Corea del Norte invadiendo un país occidental. Sin embargo, parece que la realidad podría superar a la ficción.

El 17 de octubre, Kyrylo Budanov, jefe de la inteligencia militar ucraniana, afirmó que unos 11.000 soldados norcoreanos estaban en el este de Rusia preparándose para una participar en la guerra contra Ucrania. La noticia causó incredulidad y asombro, pero la primera confirmación no tardo en llegar desde el Servicio Nacional de Inteligencia (NIS), que informó el 18 de octubre que 1.500 soldados de las fuerzas especiales norcoreanas se encontraban entrenando en bases militares rusas en Vladivostok, Ussuriysk, Khabarovsk y Vlagoveshensk (el NIS publicó fotos áreas de dos de estas bases rusas), y que probablemente serían desplegados para combatir en la guerra de Ucrania. Posteriormente, el NIS elevó el número de tropas a 3.000, señalando que Corea del Norte planea alcanzar un total de 10.000 efectivos en diciembre. Sí, Ucrania estaba en lo cierto.

La reacción en Occidente ha sido, como ya hemos visto en otros momentos de esta guerra, pasmosamente lenta. Salvo excepciones como la del ministro de Asuntos Exteriores lituano, Gabrielius Landsbergis, que señaló que los países europeos debían revisar la idea del presidente francés, Emmanuel Macron, de desplegar tropas en Ucrania, la OTAN y Estados Unidos evitaron pronunciarse sobre esta noticia. Finalmente, el 23 de octubre, el secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd J. Austin, confirmó la noticia y dijo que se trataba de una escalada “muy, muy grave”, con consecuencias en Europa y en Asia. Al día siguiente, la portavoz de la OTAN, Farah Dakhlallah, también confirmó el despliegue de unidades de Corea del Norte en territorio ruso. Si esas tropas combaten en Ucrania, señaló Dakhlallah, se trataría de una “escalada significativa”, pero no especificó qué medidas podría tomar la OTAN en ese caso. 

Por el contrario, en Corea del Sur han saltado todas las alarmas. Después de una cumbre celebrada en Seúl con el presidente polaco Andrzej Duda, el presidente surcoreano, Yoon Suk Yeo afirmó que su país no se “quedará de brazos cruzados” ante una “provocación norcoreana que amenace la seguridad mundial más allá de la península coreana y Europa”. Hasta la fecha, Corea del Sur sólo ha proporcionado ayuda humanitaria a Ucrania, sin embargo, Seúl “podría ser más flexible y revisar esa política en función de las actividades de Corea del Norte”. Que el ejército de Kim Jong Un pueda adquirir experiencia en combate representa una amenaza existencial para Corea del Sur que, por otro lado, ya ha sido amenazada por el Kremlin si decide apoyar militarmente a Ucrania. “Es necesario pensar en las consecuencias para la seguridad de Corea del Sur” dijo la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, Maria Zakharova, que advirtió que “la Federación Rusa reaccionará con dureza ante cualquier paso que pueda suponer una amenaza para la seguridad del país y de sus ciudadanos”.

El envío de las tropas norcoreanas supone un paso más en la cooperación militar entre Corea del Norte y Rusia, tras la firma del acuerdo de apoyo mutuo en caso de “agresión” del pasado junio.  Para Kim Jong Un, que felicitó a Vladimir Putin por su cumpleaños llamándolo su “camarada más cercano”, la relación con el Kremlin es “invencible y eterna”. Según el NIS, hasta el momento la ayuda norcoreana a Rusia alcanza decenas de misiles balísticos y ocho millones de proyectiles de 122 mm y de 152 mm. Por supuesto, Corea del Norte no impone restricciones al uso del armamento que entrega a Rusia. Es evidente que las “líneas rojas” y los “riesgos de escalada” sólo existen para Ucrania, el país víctima de la mayor agresión vivida en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. Mientras, el agresor, Rusia, se salta todas las líneas rojas animado por la debilidad del ‘mundo libre’. A diferencia de buena parte del liderazgo occidental, Putin sí quiere ganar la guerra.

Pocos ejemplos muestran mejor esa debilidad que la rueda de prensa en la Casa Blanca de John Kirby, contralmirante retirado y secretario de prensa del Departamento de Defensa, en la que afirmó que hay 3.000 soldados norcoreanos entrenándose en Rusia, y la posibilidad de que fuesen enviados a luchar contra Ucrania. Una periodista le preguntó porqué no se daba luz verde a la petición de Zelensky para poder emplear misiles de largo alcance contra el territorio ruso. La sorprendente respuesta de Kirby fue: “No sabemos lo que estos tipos van a hacer”. Sí, está por ver qué rol toman esas tropas norcoreanas, en torno a unos 3.000 soldados, que podrían ser desplegadas en Kursk y si han ido a combatir, a cavar trincheras o a grabar videos musicales para el amado líder, pero sólo podemos esperar el peor escenario si la respuesta a las acciones de Rusia y Corea del Norte son mensajes de condena, dudas y miedo. Si Occidente no responde con firmeza, puede que el próximo remake de “Amanecer Rojo” ya no sea una película de ficción.

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