José António Ribeiro de Carvalho es profesor e investigador de Historia. Colaborador habitual en periódicos nacionales y regionales sobre política, ideología y enseñanza, es autor de varios libros, algunos verdaderos bestsellers, como “Bento XVI o Papa da renúncia. A Missão de um Homem do tamanho do Mundo” (2023), “Os Papas que marcaram Portugal” (2023), “Pio XII: o Papa Amigo do Portugal de Salazar” (2022), “João Paulo II: o Papa dos Afectos” (2020), “Dom Nuno Álvares Pereira: o Homem, Herói e Santo a (re)cconhece” (2019), “Fátima: Portugal e o Mundo do seu Tempo” (2017), “Salazar e Paulo VI: a relação do ditador com o primeiro Papa a visitar Portugal” (2013). Carvalho es militante de CHEGA, la tercera fuerza política de Portugal, al que pertenece desde 2019, año de su fundación.
Álvaro Peñas: ¿Cómo es la situación en las universidades portuguesas?
José de Carvalho: En las universidades portuguesas, en general, la izquierda y sus congéneres ideológicos poseen las principales cátedras y las más variadas facultades. Cuando hablo de “congéneres ideológicos”, debo aclarar que me refiero a aquellos individuos académicos que, aunque no se identifiquen políticamente con la izquierda tradicional, son ideológicamente rehenes de las agendas izquierdistas. Lo vemos en militantes y dirigentes de partidos como los socialdemócratas, democristianos, liberales e “indiferentistas”, incluso simpatizantes de estos partidos llamados “de derechas”. De hecho, no son “de derechas” en absoluto, sino simplemente “no de derechas”. En esencia, aunque no se autodenominen de “izquierdas”, son rehenes ideológicos de ellas y la izquierda, en estas circunstancias, les deja vivir tranquilos. En otras palabras, no atacan a la izquierda ni a sus opciones ideológicas, a menudo incluso están de acuerdo con ellas y las defienden enérgicamente, y la izquierda les concede el derecho a una existencia pacífica. Conviven bien. Sin embargo, poco a poco, esta hegemonía cultural e ideológica ha sido cuestionada, no tanto en los círculos académicos, sino con grupos de combate ideológico y cultural de la llamada sociedad civil. Algunos de estos grupos, aunque tímidamente, comienzan a surgir y lideran equipos de reflexión, debates de ideas, tertulias, publicación de revistas, entre otros, incluyendo grupos de reflexión en los partidos políticos vinculados a la derecha. El movimiento CHEGA, a este nivel, ha sido un ejemplo, con militantes, dirigentes y simpatizantes que se movilizan por la causa del combate cultural e ideológico. Aún no han llegado visiblemente al mundo universitario o mediático, pero movilizan para sus iniciativas a académicos de renombre nacional. Y como está claro que la lucha será dura, la victoria es segura. Esa es la convicción en la derecha conservadora portuguesa.
Entonces, como en la mayor parte de Europa, la universidad está en manos de la izquierda.
En el área de las Ciencias Sociales, es decir, Filosofía, Historia, Geografía, Relaciones Internacionales, Ciencia Política, etc., hay un dominio (casi) absoluto de la izquierda. Y cuando me refiero a la izquierda, no significa necesariamente que todos los profesores sean militantes de partidos de izquierda, sino que, aunque sean “de derechas” o “indiferentes” (como si fuera posible, en este caso, tener “indiferentes”), hay toda una cosmovisión de izquierdas. La izquierda consiguió, en las últimas décadas, colonizar el pensamiento estructural e ideológico portugués. Fue un trabajo muy bien hecho y ha durado décadas. La izquierda ha conseguido colonizar, a lo largo de las últimas décadas, el pensamiento estructural e ideológico portugués. Fue una labor de latrocinio que comenzó, al buen estilo gramsciano, en los años 60 del siglo pasado, en pleno régimen dictatorial de Oliveira Salazar y Marcello Caetano, y que ha continuado hasta hoy, en el siglo XXI. Un poco, si se quiere, como lo que ocurrió en España en los últimos años del franquismo, cuando las universidades fueron capturadas por la izquierda intelectual. Aquellas izquierdas intelectuales que llevaron a cabo una verdadera revolución ideológica y mental que aún perdura en ambos países ibéricos. En las áreas de Sociología y Psicología, pero también a Magisterio/Educación, el caso de la dictadura mental de izquierdas es flagrante. La perversa ideología de género y la anulación cultural, en estas áreas, está en pleno apogeo. Ya no se trata sólo de una lucha de grupos revolucionarios y sanguinarios de extrema izquierda, sino de todo un entorno perverso y hostil que pretende, a toda costa, deconstruir lo que ha hecho nuestra secular identidad nacional: la Nación, la soberanía, la Familia, la Historia, el Cristianismo, la Razón, la Vida, etc. Lo más grave es que toda anormalidad empieza a ser afrontada y aceptada con la mayor normalidad. Afortunadamente, sin embargo, creo que ahora hay una cierta “reacción” a toda esta locura, no sólo mental, sino también popular, contra la dictadura mental de izquierdas que lo asfixia todo. Sí, el término adecuado para caracterizar lo que está ocurriendo en las universidades y en el mundo mediático nacional es locura. Y es esta locura la que ha unido a la gente para combatirla.
¿Ha llegado a Portugal la cultura de la cancelación? ¿Podría darme ejemplos?
La llamada cultura de la cancelación existe en Portugal desde hace varios años. Al principio estaba vinculada a los grupos de izquierda más radicales, pero hoy en día se está convirtiendo en una práctica común entre los sectores llamados "moderados" o "centristas". El caso más reciente es el de un joven escritor portugués, Afonso Reis Cabral. Un novelista. Salió a la luz en un post de Facebook que "se hizo viral" en pocas horas, cuando Cabral confesó que una editorial norteamericana se negó a publicar su libro "Mi hermano" porque "podría herir la sensibilidad de los medios". El libro trata de la relación entre dos hermanos, uno de ellos discapacitado mental, que tienen que aprender a vivir juntos. “Mi hermano”, ganadora del Premio LeYa 2014, por unanimidad de los miembros del jurado, es una novela que, tratando el delicado tema de la discapacidad, cuestiona la agenda abortista y eugenésica, ya que una persona con trisomía 21, según los cánones actuales, tendría que ser abortada y no tendría derecho a la vida. El novelista tuvo la osadía de poner al hombre con trisomía 21 como "protagonista".
El problema no es moderno, empezó hace más de 10 años. Claro que entonces todo el mundo lo relativizó, y hoy tenemos toda una cultura de la censura dominante en la sociedad (no siendo aún dominante en número y cantidad, sino que la practican personas con poder para aplicarla al resto. Y esto marca la diferencia). Esta élite pseudo-intelectual, como hemos visto, no sólo en Portugal, sino también en el extranjero, entiende que puede alterar el texto de los autores a su antojo, para satisfacer las agendas actuales de las costumbres, olvidando que existe una obra literaria que debe ser respetada en la persona de su autor y en la época en que apareció. Esto ya no es sólo una enfermedad, sino que me temo que todo esto indica un delito de adulteración de obras literarias.
Al igual que el marxismo, el wokismo no es más que una ideología que ignora la historia, las tradiciones, las costumbres y la identidad y sitúa todo el “mal” en el pasado, apuntando a un futuro purificado para subvertir las relaciones de poder en el presente. Quieren juzgar (y condenar) el pasado con los ojos, es decir, con los conceptos y juicios morales del presente. Quieren disculpas oficiales por las injusticias y la violencia del pasado. Quieren reparaciones materiales o simbólicas por la participación de Portugal en la esclavitud. Quieren -o han querido- fomentar un gran debate público, dando la falsa impresión de que la cuestión nunca se ha debatido antes, para tratar de imponer su versión de los hechos. Quieren cambiar la enseñanza de la historia de acuerdo con esta versión moderna de agendas minoritarias y wokismo enfermizo. En estos tiempos de cancelación, hay chistes que ya no se pueden contar. Hay cosas que ya no se pueden decir. Hay ropa que ya no se puede llevar. Hay libros que ya no se pueden leer. Hay palabras que ya no se pueden usar. Lo más grave no es que algunos sean heraldos de la “cultura de la cancelación”, lo chocante es que la mayoría de la gente considere todas estas tonterías y acepte, de forma complaciente, que todo esto sea así y sin que se haga una verdadera revolución por la defensa de la libertad. Sí, es de libertad de lo que hablamos cuando nos referimos a este tema. Contrariamente a lo que se nos dice, que todo esto es una campaña a favor de la tolerancia, lo que está en juego aquí es la intolerancia en su más alto nivel, perpetrada por los llamados tolerantes y por la “inclusión”, pero que son de la mayor intolerancia y exclusión para los que piensan diferente.
En 2021 el diputado socialista Ascenso Simoes propuso derribar el Monumento a los Descubrimientos por haber sido construido en época de Salazar. ¿Existe en Portugal, como en España, un revisionismo histórico de la izquierda para borrar todo lo que no le guste?
Sí, según el ex diputado socialista, era urgente destruir el Monumento a los Descubrimientos porque representaba el “fascismo” y el “colonialismo”. Otros vinieron inmediatamente a decir que deberíamos destruir el Monasterio de los Jerónimos, la Torre de Belém, la Torre de Clérigos, la Basílica de Estrela y todos los demás monumentos donde hubo trabajadores sin derecho a un merecido descanso, trabajando de sol a sol, para comer un poco de sopa, siendo así esclavos del trabajo. Que se vuelen todos los monumentos que nos recuerdan un pasado glorioso y que revelan nuestra identidad secular – fue la consigna de algunas voces que se hicieron oír. Los temas de los descubrimientos y de la esclavitud, como sabemos, son recurrentes en esta condena colectiva a la que intentan someter a los portugueses en general y a los occidentales en particular.
Sobre el tema de los descubrimientos, quieren condenar a los portugueses de la época, haciendo monumentos a los esclavos africanos, pero no quieren que hablemos de los africanos que esclavizaron y dirigieron ese comercio de esclavos. Quieren indemnizar a los esclavos, pero no admiten que se toque el tema de los atentados terroristas de 1961, en África, que mataron a miles de blancos, negros y mestizos, a manos de africanos apoyados por la antigua URSS. Quieren indemnizar a los descendientes de esclavos, pero no se atreven a tocar el tema de obligar a los romanos a indemnizar a Portugal por las invasiones llevadas a cabo por el Imperio Romano y el proceso de romanización. En el caso de los árabes, ¿también quieren exigir una indemnización por la invasión de la Península Ibérica? ¿O la arabización de la Europa medieval ya era algo bueno? Por lo que se ve, la islamización fue una maravilla. De hecho, fue y es buena. Lo malo fue la occidentalización de África. Esta gente está enferma. Y son tan selectivos en su agenda que no se dan cuenta de lo ridículas que son sus posturas. La secta a la que pertenecen hace tiempo que decretó que la Historia de Portugal comienza el 25 de abril de 1974, en la famosa "revolución de los claveles", mientras que otros, más antiguos, definen como hito el 5 de octubre de 1910, inicio de la República. Con una pequeña pero gran diferencia: estos últimos no reniegan de nuestra gloriosa historia.
Esta forma de analizar el pasado es un verdadero crimen que llamamos (ahora prohibido) anacronismo. Es decir, analizar el pasado con los ojos y la visión del mundo de hoy. Esto hace tiempo que dejó de ser Historia para limitarse a una mera ideología enferma de claudicación ante el wokismo.
Además de este revisionismo con la historia, ¿hay un intento de presentar la historia de Portugal como un país racista?
Sí, eso parece cada vez más evidente. De hecho, los activistas de izquierda ya han comprendido que el filón del “racismo” es rentable para los medios de comunicación en horario de máxima audiencia. Para ello, el actual Gobierno socialista, de António Costa, ha redoblado la financiación del Observatorio de Lucha contra el Racismo, dirigido por personas de la izquierda radical, que necesitan explotar la vena racista de los portugueses para sobrevivir con grandes miles de euros del presupuesto del Estado. Sus “trabajadores” se esfuerzan en explotar el racismo por doquier, como forma de asegurar su supervivencia y su abultado sueldo a fin de mes. Según su narrativa, todo y todos son racistas. Para ellos, el pasado de Portugal es una historia constante de actitudes racistas y xenófobas. Con este telón de fondo, imaginémonos desenterrando la idea de que los romanos eran esclavistas, que obligaban a los indígenas a construir carreteras, puentes y baños, que eran ladrones que robaban las minas, etc. Los romanos fueron civilizadores, desde las leyes, el arte, la lengua, el latín. Lo mismo ocurre en relación a las tierras y gentes que nosotros, los portugueses y también los españoles, arrebatamos a la barbarie. En África y en América, que los ibéricos descubrimos, se practicaba el aborto, el infanticidio y el canibalismo, y fue con la llegada de los valores cristianos que esas horribles costumbres empezaron a desaparecer, humanizando las relaciones entre las personas. Por supuesto que ha habido abusos, pero donde hay presencia humana, (casi) siempre los habrá.
Como hemos visto, ya querían dinamitar el estandarte de los descubrimientos, destruir los monumentos antiguos, cambiar los nombres de las calles, igual que cambiaron los nombres de puentes, plazas y avenidas. Mañana querrán abolir los nombres de los hospitales – Santo António, São João, Santa Maria, etc. – porque invocan nombres religiosos y exigirán nombres neutros. Lo mismo para los nombres de tierras, ciudades y distritos. Estos activistas, poco a poco, pretenden destruir nuestra identidad. Si se lo permitimos, claro. Afortunadamente, hay quienes ya están reaccionando a estos ataques. En Portugal, excluyendo el mundo académico dominado por el wokismo, la cuestión de la esclavitud y de las posibles reparaciones/indemnizaciones a los países africanos pasa desapercibida. Sin embargo, estas mismas personas que exigen reparaciones por los crímenes de la esclavitud olvidan selectivamente los atroces crímenes del comunismo y la necesidad de reparaciones a las familias de las víctimas. Aclaman las reparaciones por el nazismo, pero no soportan oír hablar de los crímenes de los regímenes de Lenin, Stalin, Mao, Fidel, etc.
Hace apenas un mes visite el museo del ejército en Lisboa. Es un lugar que merece la pena conocer, pero me sorprendió que no hubiese nada sobre el soldado más condecorado de Portugal, Marcelino da Mata.
Portugal es una hermosa epopeya de soldados, guerreros, santos y emprendedores. Así se construyó esta nación nueve veces secular. En cuanto a Marcelino da Mata, el soldado más condecorado del ejército portugués, y contemporáneo nuestro, nació en Guinea y murió en 2021. Para muchos portugueses, Marcelino da Mata personifica el verdadero espíritu de Portugal, sirviendo como modelo de héroe nacional de nuestro tiempo, pero también como representación de un Portugal mayor e imperial que ya no existe. Participó activamente en más de 2400 operaciones de combate en la Guerra de Ultramar o Guerra de África (Guerra Colonial, como dicen los marxistas). Cuando se produjo el golpe militar del 25 de abril de 1974, Marcelino fue torturado y flagelado a manos de la izquierda "heredera" del golpe, y encarcelado en la Fortaleza de Caxias sin cargos durante cinco meses. Cuando fue liberado de las "mazmorras democráticas", se exilió en las afueras de Madrid, para regresar a Portugal en 1976. En el momento de su muerte, a los defensores de su memoria algunos les llamaron racistas. Cabe señalar que a los blancos que defendían el honor de un soldado negro se les llamó racistas. Si hubiera sido un cobarde, un simple fugitivo de la guerra de Ultramar y un traidor a la Patria, si hubiera robado un avión, un barco o un banco, habría sido portada de los telediarios y de los periódicos. Como no pertenecía a este grupo, sólo fue recordado por los ex combatientes portugueses y nacionales de a pie. A estas alturas, aún no sabemos qué hará la patria, siempre ingrata, con la preservación de su memoria. Algunos apuntan a su consagración en el Panteón Nacional. Sin embargo, su nombre y sus logros forman parte de la historia y de la memoria de nuestro pueblo desde hace mucho tiempo. Y la Historia no engaña…
¿Hay algún monumento o se realiza algún homenaje a los 7.000 portugueses asesinados en la masacre de Angola en 1961?
Como sabemos, la historia siempre la cuentan los vencedores. Los vencidos, salvo raras excepciones, no son recordados. La Historia es selectiva y quien controla la Historia controla la memoria del futuro. En este aspecto, hasta ahora, la Historia ha estado muy bien controlada por los izquierdistas que dominan los centros de investigación y que tienen acceso a becas millonarias, a los estudios de televisión y a las editoriales de amplia distribución. Y a éstos, por razones obvias, no les interesa abordar los atroces crímenes cometidos en los brutales ataques contra seres humanos indefensos, como las masacres de Angola en 1961. Entre otras cosas, porque esos crímenes fueron cometidos, según la narrativa izquierdista, por hombres que "luchaban por la libertad frente a la opresión colonial portuguesa". Además, los autores eran negros y, por razones obvias, no se les puede acusar de "ataques racistas". De hecho, según la narrativa dominante, el racismo sólo existe cuando los ataques son perpetrados por blancos contra negros. En resumen, que yo sepa, en Portugal no hay monumentos que conmemoren este crimen atroz y mucho menos hay ceremonias públicas en recuerdo de las víctimas y sus familiares o incluso grandes publicaciones de libros sobre el suceso. Aquí hay un claro intento de silenciar estos atentados. Aquí, como en tantos otros episodios de nuestra historia.
¿Cree que una de las razones para el apoyo cada vez mayor a CHEGA es su defensa de la historia portuguesa o este motivo, en gran parte por desconocimiento, carece de importancia para los votantes?
CHEGA ha venido a defender lo que es obvio y que muchos quieren censurar y hacer desaparecer. La Historia de Portugal es una de sus causas. Me uní a CHEGA, a finales de 2019, porque entendí que este era un espacio de libertad, y mis opiniones han sido aceptadas. Mi motivación ha sido siempre la lucha cultural y civilizatoria, y en CHEGA hay una clara preocupación por defender nuestra historia de los ataques más atroces de los activistas de izquierda. Esta lucha cultural e ideológica es una lucha decisiva para el futuro colectivo de los portugueses, para acabar con la estupidez global de asociar el pasado de Portugal a un crimen. No, la Historia de Portugal no es un crimen. Muchos prefieren olvidarla, otros quieren adaptarla a sus delirios políticamente correctos, yo hasta ahora he optado por estudiarla, honrarla y rendir homenaje a quienes nos precedieron. CHEGA, hasta ahora, ha seguido la misma línea y, en poco más de cuatro años, se ha convertido en un fenómeno político con un crecimiento excepcional en la escena nacional e internacional. Las encuestas, en este momento, le dan cifras del orden del 15% de intención de voto. Es una cifra que conlleva una enorme responsabilidad frente al electorado y frente a la construcción de un Portugal decente que no se avergüence de su pasado y que espere construir un futuro a partir del presente convulso en el que vivimos.
Lee también
Oleksandr Shulga: “Occidente debe entender que, a diferencia de Putin, los rusos sí tienen límites”
Nuestra guerra es defensiva y busca expulsar al invasor y demostrarle al régimen y a la sociedad rusa que esta guerra no tiene sentido y que no van a conseguir nada.
Álvaro Peñas
Rubén Pulido: El yihadismo está utilizando las redes de la inmigración ilegal para entrar en España y en Europa
Rubén Pulido sirvió en el Ejército del Aire durante 11 años, periodo donde a su vez cursó diversos cursos de perfeccionamiento militar y un Master en Relaciones Internacionales en la UCAM, y fue condecorado con la Medalla al Mérito y al Sacrificio.
Álvaro Peñas
“Occidente bajó la guardia y tardó en reconocer la aparición de un nuevo dictador revanchista en Rusia”: Una entrevista con Geoffrey van Orden
Geoffrey van Orden es un exgeneral de brigada del ejército británico que posteriormente pasó 20 años como diputado al Parlamento Europeo.
Comentarios (0)