El 2 de mayo de 1808, mientras aún se vertía sangre en las calles de Madrid, Napoleón cenaba en Bayona con los “reyes” de España, Carlos IV y su hijo Fernando VII. Los reyes, desconocedores de que ese mismo día los españoles se habían alzado contra el invasor francés, se deshicieron en halagos al Emperador, compitiendo para ver quién se mostraba el más rastrero y miserable.
Napoleón, ante semejante espectáculo, pensó sin duda que si esos eran los que gobernaban España, conquistar el país iba a ser pan comido y lo cierto es que el Emperador consiguió las abdicaciones de los Borbones, y colocó en el trono de España a su hermano José. No sé lo que habría pensado Napoleón si hubiera visto el espectáculo dado en la constitución del parlamento español el pasado 17 de agosto, pero seguramente habría dado orden a sus mamelucos de pasarse por la carrera de San Jerónimo, porque un país cuyo gobierno depende de sus enemigos internos, está maduro para la conquista.
El acatamiento de la Constitución por parte de los nuevos diputados es el primer paso para empezar una nueva legislatura, pero se está convirtiendo en una verdadera declaración de intenciones. Los diputados del PSOE y el PP utilizaron la fórmula habitual, “sí, juro” o “sí, prometo”, mientras que los de VOX añadieron un “por España”. El espectáculo vino de la mano de los separatistas y de los comunistas de Sumar, que dieron todo un recital de despropósitos y prometieron la Constitución por las inexistentes repúblicas catalana y vasca, por la defensa de los exiliados y represaliados (del intento de golpe de Estado en Cataluña en 2017), por la soberanía de Galicia, por la lucha antifranquista, por los derechos de los trabajadores y trabajadoras, por el tiempo libre o por la Tierra. Además, los diputados separatistas utilizaron el catalán, el euskera y el gallego, un anticipo de lo que se avecina, puesto que los socialistas, para conseguir su apoyo en la elección de la presidencia del parlamento, han acordado su uso oficial, lo que requerirá de traductores para que los diputados se puedan entender. Curiosamente, cuando los separatistas se reúnen para ver cómo pueden arruinar España, se entienden hablando en español. Los futuros debates parlamentarios corren el riesgo de convertirse en un sketch de los Monty Phyton.
La elección de la socialista Francina Armengol como presidente del Congreso ha sido una gran victoria para Pedro Sánchez, y deja más cerca la posibilidad de un nuevo gobierno Frankenstein aún más dañino que el anterior. Armengol, que ha gobernado las Islas Baleares desde 2015 hasta mayo de este año, es una fiel partidaria de Sánchez y pertenece al ala más izquierdista del PSOE. La tercera autoridad del país es partidaria de una España “plurinacional, multilingüe y diversa”, del feminismo y del lenguaje inclusivo. Esto último le jugó una mala pasada, como suele pasar cuando se usa un idioma inventado, al referirse a los “mayores” y a las “mayoras”. Aunque también puede deberse a la falta de uso del español, ya que durante su gobierno en las Baleares promovió el catalán e hizo obligatorio su conocimiento para médicos y enfermeros de hospitales (de las 40 categorías médicas existentes se hizo obligatorio el dominio del catalán en 34 de ellas). Pero esta no fue la única polémica, ni la más grave, mientras gobernaba en las Islas Baleares. A finales de 2019, se hizo pública una red de prostitución y tráfico de drogas que afectaba a menores bajo la custodia del Gobierno de Armengol; unos abusos que eran conocidos, pero que se mantuvieron ocultos a pesar de los testimonios de varios educadores sobre la explotación sexual de algunas chicas. La investigación sigue abierta y en ella ha sido fundamental VOX, que ejerce la acusación popular e incluso ha llevado este escándalo al Parlamento Europeo. La nueva tercera autoridad del Estado también se saltó sus propias normas durante la pandemia, tomándose unas copas a altas horas de la madrugada al más puro estilo Boris Johnson, aunque, a diferencia del político británico, esto no tuvo ninguna consecuencia política. Por si esto no fuera poco, algunos medios han publicado estos días que la empresa de de jardinería de su pareja ha recibido 1.455.439 euros en 16 subvenciones públicas por parte del ministerio de Economía y el de Industria. Nada de esto ha sido un impedimento para que una mayoría de diputados hayan elegido a Francina Armengol como presidente del Congreso.
Pero volvamos a Bayona, porque la historia demuestra que para que los malos ganen también hacen falta tontos. Carlos IV y Fernando VII eran bastante tontos, pero el último compensaba su estupidez con su maldad, algo que no puede decirse de su padre. Carlos IV era conocido por su escasa inteligencia y en varias ocasiones su padre Carlos III le dijo: “pero que tonto eres hijo mío”. De hecho, se le empezó a conocer como el “tonto divino” por sus ocurrencias. Y así, cuando llegó el momento de la necesidad y España peleaba por su libertad, el rey prefirió ignorar a su pueblo y a sus aliados y se echó en brazos de sus enemigos, los franceses, que le despreciaban. Todas las épocas tienen sus héroes, sus villanos y sus tontos, y en la España actual parece que el papel del “tonto divino” parece reservado para el presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo. Después de una campaña electoral pésima, Feijóo parece empeñado en cometer los mismos errores que nos han llevado al desastre. A pesar de gobernar con VOX en varias regiones y ciudades, Feijóo ha seguido despreciando a sus únicos aliados y pidiendo el apoyo de diputados socialistas honrados, todo un oxímoron viendo el PSOE de Pedro Sánchez. De hecho, la región de Murcia podría verse abocada a una repetición electoral ante la obstinada negativa del PP a pactar con VOX, algo que escapa a toda lógica tras los muchos acuerdos de gobierno entre ambos partidos. VOX también se ofreció a apoyar a Feijóo sin pedir la entrada en su gobierno, pero entonces el PP decidió no ceder ninguno de sus puestos a VOX en la Mesa del Congreso, es decir, por primera vez el tercer partido no estará representado en la Mesa del Congreso, mientras que Sumar, cuarta fuerza política, tiene dos representantes gracias al PSOE. En consecuencia, VOX no votó a la candidata del PP, Cuca Gamarra, a la presidencia del Congreso (aunque los números no daban para que fuera elegida), y ha pedido explicaciones al PP si quieren contar con su apoyo.
Es posible que todo esto sea, en el fondo, una retorcida estrategia pergeñada en Génova 13, o quizás en 13 Rúe del Percebe, pero luego están las incomprensibles muestras de cariño hacia sus enemigos, los que han insultado una y mil veces a su partido y a sus votantes. En un gesto sorprendente, Feijóo saludó afectuosamente a Irene Montero, la exministra de Igualdad que deja el Congreso y responsable de las peores leyes del último gobierno, incluida la reducción de penas de más de mil agresores sexuales. Por supuesto, cada uno es libre de saludar a quien le venga en gana, pero cuando representas a millones de españoles que han sido insultados y estigmatizados, las caricias y los complejos sobran. Pero además, es un esfuerzo inútil, porque cuanto más intentaba agradar Carlos IV a Napoleón, más le despreciaba el Emperador.
Si, como parece, Pedro Sánchez forma un gobierno con los comunistas dc Sumar, que estará aún más condicionado por el separatismo que el anterior, España se enfrenta a un panorama desolador. Se avecinan tiempos muy difíciles y vamos a necesitar héroes para hacer frente a tantos villanos, lo que no vamos a necesitar son tontos, divinos o no, ni acomplejados.
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