Las elecciones locales y autonómicas celebradas el 28 de mayo marcan un antes y un después en la política española. El resumen más evidente es una clara victoria de la derecha y una debacle para la izquierda, cuya versión más radical prácticamente desaparece de las instituciones.
El Partido Popular ha logrado una victoria decisiva, consiguiendo la mayoría absoluta en las comunidades autónomas de La Rioja y en Madrid y pudiendo gobernar en otras seis autonomías con el apoyo de VOX: Comunidad Valenciana, Baleares, Región de Murcia, Aragón, Extremadura y Cantabria. Lo mismo ocurre con las capitales de provincia, el PP ha obtenido la mayoría absoluta en 12 de ellas, como Madrid, Granada Málaga o Santander, y puede gobernar en coalición con VOX en otras 18 capitales de provincia. Las elecciones suponen un refuerzo para el líder del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, pero también para la presidente del PP en la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. Los populares han obtenido 7 millones de votos, casi dos millones más que en 2019. “Hemos dado el primer paso para un nuevo ciclo político”, aseguró Núñez Feijóo. Un cambio de ciclo que parece estar más cerca ante la reacción del PSOE.
Los socialistas, con algo más de 6 millones de votos, sólo han perdido 430.000 con respecto a las elecciones de 2019, pero la suma de PP y VOX se ha probado una vez más suficiente para acabar con la hegemonía de ha izquierda. Los socialistas conservan por la mínima la Comunidad de Castilla la Mancha y podrían gobernar en coalición en Asturias y Navarra. En un primer momento, la portavoz del PSOE y ministra de Educación, Pilar Alegría, señaló la necesidad de reflexionar de cara a los próximos meses y de “esforzarse” para lograr la “confianza” en las generales, sin embargo, la sorpresa llegó al día siguiente con la comparecencia del presidente del gobierno Pedro Sánchez. En lo que parece un intento de evitar que el desgaste del PSOE sea mayor en las elecciones generales previstas para finales de año, el presidente anunció un adelanto electoral para el próximo 23 de julio. Sánchez tiene miedo, puede ser, pero con esta maniobra inesperada acalla toda reacción interna a su liderazgo y deja maltrechos a Podemos y al resto de partidos a la izquierda del PSOE con los que Sánchez ha gobernado, permitiendo a los socialistas presentarse como un “voto útil” a los votantes de estos partidos.
Podemos ha sufrido una derrota total. El partido que venía a “conquistar los cielos” se encamina a una más que probable desaparición y ha perdido su representación en tres autonomías, Madrid, Valencia y Las Palmas. También desaparece en cinco de los seis gobiernos regionales donde estaban presentes y en toda España pasan de 47 escaños autonómicos a 15. Lo mismo ha sucedido en muchas ciudades, donde las listas de Podemos han sido borradas del mapa. “La derecha y la extrema derecha tienen hoy aún más poder. Hemos puesto todo nuestro entusiasmo y nuestra valentía pero nuestros resultados son malos. Ahora toca ponerse a trabajar”, escribió en Twitter Ione Belarra, su secretaria general. En Podemos aún no han asumido, o no quieren asumir, un castigo electoral que es consecuencia de su radicalismo y de su total alejamiento del pueblo al que pretenden defender. Su inicio de campaña fue un dantesco espectáculo de transexuales y no binarios, algo que, como todo el mundo sabe, es una preocupación de primer orden de los trabajadores de un país sumido en una grave crisis económica. La escisión de Podemos, Sumar, no se presentaba a las elecciones, pero sí algunos de los partidos con los que pretende formar coalición la actual vicepresidente Yolanda Díaz. Su mayor aliada, Ada Colau, ha quedado tercera en Barcelona y pierde la alcaldía; Compromís también ha perdido la alcaldía de Valencia y el gobierno autonómico; Más Madrid, escindido hace años de Podemos, pierde votos y es incapaz de hacer frente al Partido Popular. En esta situación tan lamentable, Podemos y Sumar sólo tienen diez días para decidir si unen sus fuerzas en las elecciones generales.
De los aliados de Sánchez, los únicos que han tenido un buen resultado son los separatistas de EH Bildu. A pesar del escándalo por presentar a terroristas de ETA en sus listas electorales, EH Bildu ha logrado 50.000 votos más en las municipales de 2019 y ha ganado en Vitoria al PNV. Aunque el PNV sigue siendo la primera fuerza política en número de votos, la izquierda separatista obtiene 1.051 concejales frente a los 979 del PNV. VOX ha pedido sin éxito la ilegalización de este partido, heredero de otras organizaciones ilegalizadas por su relación con el terrorismo de ETA, y ahora es un partido cada vez más determinante en Vascongadas, con todo lo que eso puede implicar.
Otro partido que ha desaparecido en estas elecciones es Ciudadanos. Un partido de centro y liberal que pretendía emular al partido de Emmanuel Macron en Francia. Tras pactar en diferentes gobiernos con socialistas y populares, Ciudadanos ha perdido toda su representación y las próximas elecciones generales firmarán la defunción definitiva del partido del “centro”.
El otro gran ganador de estas elecciones es VOX. El partido de Santiago Abascal se convierte en la llave del cambio y consolida a VOX como la tercera fuerza política en España. VOX ha pasado de 547 concejales en 2019 a 1695 y entra en todos los parlamentos autonómicos, de 47 pasa a 119 diputados autonómicos. Además, con la única excepción de la Comunidad de Madrid, donde VOX perdió tres diputados autonómicos, los buenos resultados del PP no han mermado la fuerza de VOX, lo que demuestra que su voto no es un “voto prestado”. Un resultado que merece la pena destacar es el conseguido por VOX en Cataluña donde, pese a los unmerosos ataques violentos contra sus afiliados, VOX ha entrado en las cuatro capitales de provincia: Barcelona Tarragona, Lérida y Gerona, y ha pasado de tener tres concejales a más de 120 en toda la comunidad autónoma. Respecto al adelanto electoral, VOX considera que ha sido la única noticia positiva que ha dado Pedro Sánchez en estos cuatro años.
VOX ya ha tendido la mano al Partido Popular con vistas a repetir el modelo de Castilla y León en las autonomías en las que ambos partidos se necesitan para gobernar. La cuestión está en qué postura va a adoptar el PP, por ejemplo, la candidata en Extremadura, María Guardiola, ha pedido su abstención a socialistas y comunistas para ser elegida, pero lo cierto es que necesita a VOX si quiere tener un gobierno estable. El adelanto electoral puede retrasar la formación de los gobiernos autonómicos y, por tanto, no despejar la incógnita sobre un próximo gobierno a nivel nacional formado por VOX y el Partido Popular. Un gobierno que, como adelanta Santiago Abascal, tenga como objetivo echar a Pedro Sánchez para derogar todas y cada una de sus políticas. Ese es el deseo de la mayoría que ha votado por un cambio.
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