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Estefanía Meléndez: “Venezuela, como Rusia, juega con el miedo y la propaganda, pero eso se les puede volver en contra”

2024-03-16
Tiempo de lectura: 5 min

Parece que en Occidente no entienden que no están hablando con democracias en las que los ciudadanos tienen unos derechos, sino con dictadores que están dispuesto a matar a su propio pueblo.

Estefanía Meléndez es una activista opositora venezolana que durante la crisis presidencial de Venezuela, en 2019, fue designada por la Asamblea Nacional como embajadora de Venezuela en Bulgaria con trabajo “concurrente” ante Macedonia del Norte, Montenegro y Albania, y enviada especial para Ucrania. Actualmente trabaja como analista internacional y es experta en análisis de Influencia Rusa. 

Alvaro Peñas: ¿Cuáles son los principales apoyos de Maduro en el exterior?

Estefanía Meléndez: Los principales soportes de Maduro son Rusia e Irán. Sin embargo, a diferencia de Rusia que se muestra abiertamente, Irán mantiene una relación mediáticamente más discreta, aunque han tomado gran parte de las operaciones del sector petrolero y, por ejemplo, se han encargado de la remodelación de las refinerías.

¿Hasta qué punto es importante la relación entre Rusia y Venezuela?

Para Rusia, Venezuela es una de sus grandes alianzas, no sólo por sus recursos, sino como un medio para expandir su propaganda empleando medios como Telesur. Los medios rusos hablan mucho de Venezuela y, por ejemplo, le dieron una enorme cobertura al conflicto de Guyana. Se resalta que Venezuela es un país muy rico y esto sirve para reafirmar la proyección de Rusia como potencia a nivel internacional.

Y, por el otro lado, Maduro siempre ha sido muy claro con respecto a su apoyo a Rusia, un apoyo que no ha hecho más que aumentar desde el inicio de la invasión e incluso se han incrementado las visitas de alto nivel. De hecho, la primera llamada que recibió Putin después de la invasión fue la de Maduro. Es cierto que al comenzar la guerra hubo un cierto nerviosismo por los lazos económicos con Rusia y el problema que podrían provocar las sanciones, pero actualmente el régimen se encuentra muy cómodo.

¿Es quizás una consecuencia de la apaciguadora política estadounidense hacia Venezuela?

Estados Unidos entregó todas sus cartas de presión al quitarle todas las sanciones a Maduro. Hace unas semanas llegó un petrolero ruso a Venezuela. Ese petróleo se diluye con el venezolano y finalmente, como petróleo venezolano, se vende a los Estados Unidos. Los lideres europeos y estadounidenses que han quitado las sanciones deberían pensar que, al final, beneficiar a Maduro, también beneficia a Rusia. Es decir, por un lado, se ponen sanciones a Rusia y por otro se les permite sortear esas sanciones a través de Venezuela.

Juan González, asesor de seguridad de la Casa Blanca de ascendencia colombiana, fue el que levantó las sanciones a Maduro y, a cambio de varios estadounidenses y presos políticos venezolanos, le entregó a sus narco-sobrinos y a Alex Saab, el testaferro de Maduro que además fue entrenado en Rusia. De hecho, hubo una enorme campaña mediática internacional a favor de su liberación, que finalmente salió muy barata para el régimen.

¿Y la posición europea?

La posición de Europa, y especialmente de España, ha sido muy permisiva con el régimen de Maduro. Por eso me sorprende escuchar las cosas que dice Josep Borrell sobre Venezuela y Cuba. Parece que en Occidente no entienden que no están hablando con democracias en las que los ciudadanos tienen unos derechos, sino con dictadores que están dispuesto a matar a su propio pueblo. Es lo mismo que está pasando con Rusia. Hay muchos países que han manifestado una ingenuidad terrible con Putin y ahora estamos viendo las consecuencias.

Entonces, ¿el principal problema de Occidente a la hora de hacer frente a estas amenazas es su falta de determinación?

Sí, porque este nuevo eje del mal que incluye a Rusia, China, Irán, Corea del Norte, Cuba, Venezuela y Nicaragua, tiene muy clara su posición y se alinea en el tablero geopolítico. Pero Occidente no lo hace con la misma determinación. Cuando yo estaba en el gobierno interino era muy difícil explicarles a nuestros aliados que Venezuela era parte del juego ruso e intentaban mirar a Maduro con otros ojos. Y todo eso a pesar de que en el otro lado estén diciendo claramente cuáles son sus planes. 

Sin embargo, a pesar de que sus declaraciones son muy claras, su propaganda dice lo contrario y sigue convenciendo a muchos.

Así es, pero si quieres tener claras sus intenciones sólo tienes que escuchar a Medvedev. No es un loco, sino que expresa claramente las intenciones del Kremlin: Ucrania no existe y las fronteras de Rusia están por definir. Lo que pasa es que la maquinara mediática es enorme, sabe vender muy bien la desinformación y dice a cada uno lo que quiere oír. Incluso si Rusia pierde la guerra en Ucrania, lograrían vender la derrota como una victoria de alguna manera.

¿Cómo ve la expansión de los BRICS?

Lo veo con mucha preocupación porque lo que empezó siendo una iniciativa económica del Sur Global, aunque Rusia no tenga nada que ver con él, se está convirtiendo en un eje de confrontación geopolítica. Venezuela va a ser su nuevo miembro después de que Argentina, afortunadamente, haya decidido después de la victoria de Milei no entrar en los BRICS. Este fue uno de los temas de la última visita de Lavrov a Venezuela, y es un nuevo tanto para Maduro porque legitima su régimen.      

Antes mencionaba que Maduro se siente muy cómodo. ¿Cambiaria la situación de Venezuela en el caso de una derrota de Rusia?

Independientemente de los factores externos, el régimen venezolano mantiene su estabilidad gracias a un ejercicio brutal de la violencia. Si Rusia pierde, será un duro golpe para Venezuela, pero eso no será suficiente para hacer tambalear al régimen si no se aplica una fuerte presión desde el exterior. De todos modos, independientemente de lo que ocurra en Ucrania, es muy difícil que se produzca un cambio real en Rusia porque la oposición esta desarticulada y en gran parte de la sociedad rusa está instalada una mentalidad heredada de la Unión Soviética. La única posibilidad de cambio real es que sea el propio régimen, las personas más cercanas a Putin, las que le retiren su apoyo. Y, evidentemente, esto no sucederá por ningún anhelo democrático, sino por meros intereses económicos de unas oligarquías que no quieren perder poder. No obstante, lo ocurrido con el motín de Prigozhin demostró que el poder de Putin no es tan fuerte como aparenta, y eso es muy importante porque desmonta la imagen del líder todopoderoso. Ese es su talón de Aquiles, que el pueblo ruso lo vea como un líder débil.

En Occidente, a pesar de que hay cierto consenso en que se tiene que apoyar a Ucrania, hay muchos que no se atreven a plantearse una derrota total de Rusia, a humillar a Rusia. Mostrar esta debilidad ante Putin, es como echar gasolina al fuego. Lo mismo podemos aplicar a la política interna de Venezuela. Ahora tenemos a María Corina Machado que está haciendo una oposición directa al régimen, pero vemos cómo le impiden presentarse a las elecciones. Los venezolanos están desamparados porque Maduro no va a permitir ninguna amenaza a su poder. Venezuela, como Rusia, juega con el miedo y la propaganda, pero eso se les puede volver en contra si tanto desde dentro, como desde fuera, se pierde el miedo y se les hace frente.       

 

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