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Javier Benegas: “La derecha tiene que defender sus propias ideas, no ser la antítesis de la izquierda”

2023-09-25
Tiempo de lectura: 6 min
Javier Benegas es publicista, escritor y editor. Cofundador del diario Vozpópuli, actualmente dirige el medio digital Disidentia. Articulista en The Objective, es un colaborador habitual en programas de radio y televisión. Es autor de varios libros, entre ellos “La dictadura invisible” y “Vindicación”.

Álvaro Peñas: Los resultados de las elecciones generales en España han sorprendido a casi todos. ¿Esperaba este resultado?

Javier Benegas: Sí, de hecho, en su momento lo deje por escrito e incluso en octubre, en un programa de Disidentia, señale que si había elecciones anticipadas, no habría mayoría absoluta de la derecha. No podía ser por muchas razones, entre ellas la fuerte división entre los partidos de la derecha y, sobre todo, porque el Partido Popular solo presentó como programa derogar el Sanchismo, y además, también creo que VOX no ha sabido aprovechar esta oportunidad. El problema, y por el que este resultado ha sorprendido a tantos, es que se han dado por validas las encuestas en sus variables más favorables, pero el valor más lógico era el que no llegaba a la mayoría absoluta.

La investidura de Feijóo no suma y, por otro lado, el golpista Puigdemont plantea la amnistía como exigencia para apoyar a los socialistas. ¿Qué nos espera ahora?

En este momento, tal como lo ha planteado Puigdemont, técnicamente y con los datos en la mano, es imposible que Sánchez sea elegido. Creo que hasta Sánchez tiene un límite y no puede aceptar este órdago de Puigdemont, porque lo que este está pidiendo es la abolición completa del Estado de Derecho. Y si cae el Estado de Derecho detrás caerá el Estado, que es la organización social de España, la parte institucional de la nación española. Esto no es que no tenga encaje en la Constitución, es que no lo tiene en la sociedad española. Si se lleva a cabo, de que manera iba a pedir el Estado obligaciones a los españoles. Acceder a lo que pide Puigdemont sería desmontar cualquier condición de ley y es un órdago que ni Sánchez puede aceptar. Así que creo que vamos a una repetición electoral.

Si así ocurre, ¿qué cree que cambiaría?

Creo que en esta ocasión el PP tendría una subida mayor. Y eso pasará aunque a nadie le convence el Partido Popular, con un programa inerme sin contenido político o económico, y mucho menos Feijóo. La cuestión está en saber si esa subida será a costa de VOX, o vendrá de otros votantes preocupados por la cuestión nacional y el órdago de Puigdemont.

En ese caso, ¿daría la suma para un gobierno del PP y VOX?

Sí, seguramente sí. En una encuesta reciente le dan al PP entre 8 y 10 escaños más, y no creo que esos escaños vengan en su mayoría de votantes de VOX. No obstante, el partido probablemte más perjudicado por una repetición electoral sea VOX, porque tiene mucho menos músculo financiero para abordar otra campaña, y eso obliga a hacer una campaña voluntarista y bajo mínimos.

La clave está en los votantes que podrían haber votado a la derecha, pero que por diferentes razones no se movilizaron. Bien por el periodo estival, porque ninguno de los partidos les convenció, o porque, como ya se daban las elecciones por ganadas, se quedaron en casa. Y también, por la estrategia de los partidos de recurrir a la política de la emergencia, en lugar de a la política de lo importante. Las cosas realmente importantes se dejan en segundo plano porque hay una emergencia y a la gente se le pide el voto para evitar el apocalipsis. Y así vemos eslóganes como “Comunismo o libertad” o “Democracia o fascismo”: vótame y no llegará el apocalipsis. Así es como se ha querido movilizar a la gente, y para la democracia ese es un terreno muy peligroso que además, como el voto útil, no puede funcionar para siempre. España lleva dos décadas retrocediendo porque la política no se ha dedicado a lo importante, se ha dedicado a enfrentar a los españoles y no a resolver los problemas. Sin embargo, la inestabilidad causada por el resultado de las elecciones es más que suficiente para una mayor movilización del voto de la derecha y una menor de la izquierda. Una repetición electoral no va a ser buena para Sánchez.

Y, ante esa posibilidad, ¿no cree posible que Sánchez acepte el órdago de Puigdemont tras aplicarle un cambio de nombre y el lavado de cara de los medios a su servicio?

Es que, de una forma de otra, lo que Puigdemont está pidiendo es la rendición del Estado, e incluso ya habla del derecho a proclamar la independencia de forma unilateral. Puede ser que esto sean declaraciones de cara a sus partidarios, pero, lo vistan como lo vistan, el resultado seria el mismo. Una cosa es un indulto, que ya ha tenido un impacto negativo, y otra es amnistiar a los delincuentes, que no son dos o tres, sino unos miles, porque les da el derecho a volver a hacerlo. Lo puedes llamar como quieras, pero es algo tan burdo, tan fuerte, que cambiarle el nombre no serviría de nada. Estamos llegando al límite porque Sánchez ha forzado mucho las cosas durante estos años y ya no es posible forzar más la situación. Además, en Europa tampoco interesa que Puigdemont salga como un héroe cuando tiene sus propios problemas territoriales en algunas regiones.

Pero en Europa, la élite de Bruselas parece no vivir en el mundo real y está más preocupada por cosas cono el cambio climático.

La lucha contra cambio climático es un negocio, una estafa. Cuando lees las condicionalidades de leyes como la que ha aprobado el parlamento europeo, ves que es inaplicable, es una estafa de la que quieren vivir muchos. Sí, hay un globalismo, pero lo que más hay son confluencias de intereses porque la política se ha convertido en la principal industria de Occidente.

Un negocio que causa unos daños irreparables.

El daño es brutal y no descarto la cuestión ideológica, pero lo cierto es que la izquierda con quién mejor se lleva es con el dinero. Al gran dinero le interesa la izquierda porque interviene en absolutamente todo y no hay mejor manera de hacer negocios que de la mano del poder.

Así no puede funcionar un país porque, para que la economía funcione, lo que hay que hacer es imponer a todos las mismas reglas del juego. Eso basta. La pequeña empresa necesita impuestos bajos e igualdad de condiciones, no hace falta castigar o sancionar a otros. Esto lo podemos ver en algunos países que hacen lo contrario a lo que se hace en España, como es el caso de Irlanda que está creando empresas y está en una espiral de crecimiento económico. Allí, antes de bajar los impuestos a las personas, bajaron los impuestos a las empresas para poder tener empresas fuertes que paguen cada vez mejores nóminas y con mayor especialización y futuro. La clave está en ser un país competitivo y España no lo es.

Antes mencionaba la falta de movilización del electorado de derecha por distintos motivos, entre ellos la incapacidad para convencer  a sus votantes.

Sí, y eso pasa porque la derecha tiene que defender sus propias ideas, no ser la horma del zapato de la izquierda, no ser sólo su antítesis. No se puede estar a la contra porque al final lo que ha pasado es que lo que hay en la izquierda y la derecha es alternancia, no alternativa. Ni la izquierda hace mejoras sociales, sólo beneficia a minorías, ni la derecha hace reformas económicas. Por eso no se han conseguido mejoras sociales, que es lo que querría la izquierda, ni una sociedad más próspera, segura y dinámica, ni salvaguardar los derechos fundamentales que es lo que querría la derecha. La derecha siempre ha dado prioridad a la persona, al individuo que piensa, al contrario que el Estado que quiere personas dependientes.

Pero desde hace demasiado tiempo, la derecha hace lo mismo que la izquierda, engordar al Estado, y esto se vuelve en su contra, porque cuando llega el enemigo utiliza toda esa maquinaria para derribarla. En España hemos tenido y tenemos tanto socialismo porque nunca se ha cerrado el grifo y se han permitido esas estructuras que la izquierda ha creado para mantener a su gente a costa de todos mientras no estaban en el poder.

Hay que devolver la política así terreno y eso, para mí, sólo puede hacerlo una derecha que asuma y entienda que para ser alternativa no puede ser un reflejo del socialismo, como hace el PP, ni la horma del zapato de la izquierda. La derecha tiene una visión del mundo completamente distinta y debe ser la alternativa.

¿Y esa alternativa tiene futuro en una España “socialmente” de izquierdas, donde la mayoría de la gente, incluso en la derecha, acepta o aplaude todo lo que lleve la etiqueta “progreso”?

La gente funciona por las expectativas que se les imponen, es decir, muchas veces hacen lo que hacen o dicen los demás, pero eso no significa que le guste o esté de acuerdo, simplemente se adapta. Y eso es lo que está pasando con el feminismo o con otras ideas woke. Pero ninguna sociedad, por más expectativas que se le impongan, puede vivir permanentemente en la mentira. Eso no hay sociedad que lo soporte, no lo soportó la Unión Soviética a pesar de las bayonetas y no lo va a soportar nuestra sociedad.

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