Nacho Montes de Oca: “La mejor manera de desarmar la propaganda rusa es volver al punto básico, que son los valores”
Nacho Montes de Oca es un escritor y periodista argentino, conocido por sus libros de ensayo dedicados a la investigación histórica y al análisis de guerras y otros conflictos contemporáneos. A lo largo de su carrera ha trabajado como productor periodístico y guionista en más de medio centenar de proyectos para medios como History Channel, National Geographic, Discovery Channel, Chilevisión, y Canal Encuentro, entre otros.
Está realizando un gran trabajo cubriendo la invasión rusa de Ucrania y otros conflictos bélicos, como la guerra contra Hamas, pero lo hace como un periodista independiente. ¿Por qué razón?
Hay dos motivos, por necesidad y por convicción. Por necesidad porque el mercado argentino se hizo más pequeño a partir del año 2005-2006 en términos del número de periodistas y también por convicción, por la persecución política para los que no estábamos a favor del Gobierno. Los pocos trabajos que había estaban mal pagados y eran muy inestables. Así que, en 2015, empecé con un socio a intentar una nueva vía: un periodismo que se sostiene con el apoyo de sus lectores. Al principio no funcionó, pero a día de hoy tengo un sueldo equivalente al de cualquiera de mis colegas y estoy muy satisfecho con el trabajo que estoy desarrollando. Además, creo que este es el estilo más puro de periodismo porque tienes que estar pendiente en cada momento, cuando sale la noticia y da igual la hora del día. No tengo horarios, tengo algunas rutinas, pero es periodismo al pie del cañón.
Es difícil encontrar información veraz sobre lo que ocurre en una guerra. En el caso de Ucrania, muchos medios occidentales dan a menudo una versión triunfalista e incluso contradictoria sobre la guerra y, por otro lado, hay una cantidad enorme de “propaganda rusa” que procede de los sitios más dispares.
Aquí hay una cuestión que tiene que ver con el periodismo moderno. Cuando se informa sobre este tipo de conflicto no es como hacerlo sobre meteorología, sino que hay un montón de implicaciones por su impacto en términos de muerte, destrucción, ideología… Por eso hay que hacer frente a la noticia de una manera diferente y confrontar la propaganda, tanto la que te gusta como la que no. Por ejemplo, al dar cifras de bajas a uno le gustaría dar cifras más altas de un bando que del otro, pero no puedes aceptar ni las cifras ucranianas ni las rusas, por lo que tienes que ingeniártelas para conseguir fuentes abiertas y conseguir datos, y aquí ya puedes enfrentar información con propaganda. Si hay algo en lo que los rusos tienen una enorme efectivad, que no la tienen en lo tecnológico ni en lo militar, es en el campo de la propaganda. Hay que reconocer que son grandes propagandistas y al hacer frente a esa propaganda, te encuentras en una trinchera contra los que pretenden justificar una barbarie y una injusticia, y en ese sentido se forma parte de esta guerra.
Después de cada sonado fracaso ruso, hay un despliegue enorme de miles de cuentas de influenciadores en redes sociales y de medios de comunicación para desviar la atención de ese fracaso con cualquier otra noticia. Por tanto, la propaganda es parte del esfuerzo bélico ruso.
Totalmente. Hay existen dos niveles de propaganda. Una es la contratada, como son los medios oficiales como RT y todos aquellos que reciben dinero a cambio de esa colaboración, como puede ser Tele Sur, y a los que se compra su conciencia. Pero hay otra parte que es ideológica y que esta de acuerdo con la invasión y sus objetivos, y con el autoritarismo de Putin. A esta parte no hay que pagarla, solo hay que darles unas ideas rectoras como los laboratorios secretos al principio de la guerra, los soldados de la OTAN camuflados, la venta de armas y que Ucrania es el país más corrupto del mundo, etc. A mí me resulta muy divertido desmontar todos estos bulos. Por ejemplo, cuando dijeron que el hundimiento del Moskva fue por un incendio y las fotografías mostraban los impactos de los proyectiles, o cuando afirman que Rusia no ataca objetivos civiles y se puede demostrar que la mayor parte de los impactos son en viviendas, y que la fiabilidad y precisión de los misiles rusos no permite afirmar que se busquen objetivos militares, sino más amplios, como las ciudades. Por eso es tan efectivo el trabajo que estamos haciendo desde el otro lado para demostrar los hechos y rebatir la propaganda rusa. La propaganda es contraria a los hechos.
Sin embargo, mucha gente asume por buena una propaganda que, en algunos casos, resulta difícilmente creíble.
Sí, recuerdo el ataque al famoso bunker de la OTAN en Kyiv. Primero era de 10 metros de profundidad, luego de 60, 100 y finalmente llegó hasta los 400 metros. Analizando las armas empleadas, su potencia y capacidad, y las evidencias, el cráter y el tipo de explosión que provocaría, se va desmontando el trabajo de la propaganda. Pero siempre hay un margen que es el sesgo de confirmación; las personas creen lo que quieren creer y lo siguen como un dogma, como una creencia, y contra eso, poco se puede hacer.
La propaganda insiste en que Rusia va a ganar y que Occidente debe dejar de apoyar a Ucrania porque es una pérdida de tiempo y dinero que sólo sirve para que mueran más ucranianos. ¿Cómo rebatir este argumento?
Esto parte de algunos principios que no se discuten, porque el dogma no se discute. El primero es lo inevitable porque Rusia siempre ganó, pero olvida las derrotas en Afganistán o la primera guerra de Chechenia, es decir, no ha sido así. Otro dogma es que militarmente Rusia es invencible, no por la tecnología ni por las tácticas que han quedado descreditadas, sino por el número. Por tanto, hay que buscar unos hechos básicos: ¿Cuál era el objetivo de Rusia? El objetivo era tomar Ucrania, por eso se dirigieron hacia la capital. La realidad, los datos, nos muestra que Rusia ocupó un 32% del territorio y que Ucrania recuperó un 54%; eso no implica que Rusia esté ganando, sino todo lo contrario. Rusia empezó con un poderoso ejército de tanques T-90 y hoy la cantidad de ellos destruidos, junto con otros modelos, supera los 2.500 vehículos, un poco más que la fuerza inicial. Si Rusia empezó con 160.000 soldados y hoy está empleando 540.000, evidentemente reemplazó tecnología por número. Si los ataques con misiles llegaban a 500 por mes, ahora son la mitad. La forma de combatir estas creencias cuasi-religiosas es el dato.
Hay algo del relato heroico que también nos sirve mucho. Una construcción del relato que tiene que ver con la estructura clásica del héroe, porque presenta a Ucrania, uno de los países más pobres de Europa, frente a la segunda potencia del mundo. Es un hecho irrefutable que la segunda potencia mundial no ha podido derrotar a un país tan pobre, y es una prueba más del relato épico en el que David sigue derrotando a Goliat. Recurrir a estas figuras literarias ayuda porque la gente lo entiende mejor ya que forma parte de nuestra cultura. Tomando distintos elementos más allá de lo militar, como históricos, políticos, económicos, matemáticos e incluso literarios, se van elaborando herramientas para explicar y comunicar los datos que tenemos.
La guerra no es un fenómeno únicamente militar, no es sólo la cantidad de tanques o aviones, hay que entrar en muchos otros campos, incluido el filosófico o el psicológico, y esto te da un margen para entender cuestiones que van más allá de lo militar. Por ejemplo, el coraje. ¿Dónde se compra el coraje? Y, sin embargo, el coraje de los ucranianos para resistir al segundo ejército más grande del mundo cuando todavía no tenían apoyo de Occidente fue el que impidió su derrota. El coraje es algo intangible y no se puede medir matemáticamente, sino que tiene que ver con la historia, con la psicología por lo vivido desde 2014, con la economía, con un montón de cuestiones.
Respecto a esa adhesión a la creencia, ¿no es también el resultado de una pérdida de la brújula moral?
Desde luego. En el caso concreto de la invasión de Ucrania están los “monstruos de la razón”, es decir, el modo de crear una razón utilitaria que justifica las locuras. Es el mismo procedimiento que empleaban los nazis, dar una apariencia racional a la guerra y el genocidio para justificar determinados hechos. Esto es lo que hacen muchos de los que apoyan la invasión, la envuelven en una idea lógica, como, por ejemplo, que la OTAN está avanzando sobre Rusia y que Rusia tiene que crear una zona de seguridad. Es un discurso lógico que, en el fondo, está justificando algo irracional como una invasión, la ruptura de la soberanía de otro Estado, el secuestro masivo de niños, la tortura de Bucha o Izium, etc. Se repite lo ocurrido en la Segunda Guerra Mundial y los monstruos de la razón vuelven a disfrazarse de excusas para ejercer su “razonamiento”, y la humanidad va a tener que volver a aprender las lecciones olvidadas.
Por eso la importancia de los valores. Si tienes tus valores claros puedes escuchar hablar durante horas de los laboratorios, de la OTAN o de los juegos estratégicos, pero es que matar está mal, invadir a otro país está mal, torturar está mal, secuestrar niños está mal… Siempre hay que volver al hecho básico porque es mucho más sencillo desmontar estos trucos. En el fondo es una guerra retórica, ya que en eso se basa la propaganda, y el mejor modo de desarmar al adversario es volver al punto básico, que son los valores.
Otro hecho que tampoco parece haber removido conciencias fue el atroz ataque del 7 de octubre. Usted lo relaciona con Ucrania y con otros conflictos.
Cuando se estudian estos hechos, como lo ocurrido el 7 de octubre, te das cuenta de que no existen hechos aislados. Vinculando un hecho con otro, cada vez es más claro que algo está sucediendo en el mundo. Si ves lo que pasa en Ucrania y las salvajadas cometidas por Hamas, encuentras un factor común entre todos aquellos que lo justifican. Luego ves que Rusia es aliado de Irán, que es el que maneja a Hamas y a la Yihad Islámica; unos cometen la masacre de Bucha y otros la del 7 de octubre. Si profundizas en esto ves que lo que está en juego es una propuesta autoritaria o integrista, que impone las ideas a través de la fuerza, en una lucha absoluta contra Occidente y la idea de la democracia liberal. Hay que ver el fenómeno desde el todo. No sólo es una guerra lo que pasa en Ucrania, ni Israel está sólo defendiendo su territorio. Se trata de un modelo de libertad política frente a un bloque de autocracias. Si uno entiende esto, entiende todos los conflictos que se están produciendo hoy en el mundo.
Resulta bastante evidente que Putin pretende una reconstrucción del espacio y el poder soviético, una suerte de URSS 2.0 aunque sin un modelo económico socialista.
Ahí hay una ruptura muy importante. Esta idea de los gobiernos fuertes le permite a la izquierda apoyar tanto a Hamas como a Putin, pero también, y aquí se rompe la idea de izquierda y derecha, a los grupos ultraconservadores de derechas. Y esto permite la efectividad de la propaganda rusa que está muy atenta a este fenómeno y ha adecuado su mensaje para lograr partidarios también desde la derecha. Es una alianza que pretende imponer un mundo intolerante y ahí es donde entran los valores y cómo combatir su discurso.
El problema es que muchos se niegan a analizar esa propaganda. Por ejemplo, la conservadora Rusia es la primera porcentualmente en número de abortos.
Es que siguen un mandato irreflexivo. El número de abortos en Rusia es el dato, pero es un dato que muchos no van a buscar porque puede poner en duda sus creencias. Y a veces es inútil, porque el sesgo de confirmación va a hacer que se nieguen a aceptar esos datos y prefieran aferrarse al mensaje simple de la propaganda que concuerda con sus creencias. El dato mata al relato, es el insecticida de la tontería.
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