En un mundo en el que cada día nos despertamos con una noticia que pone patas arriba lo que dábamos por sentado, como estamos viendo en Siria o en Corea del Sur, Rumanía se ha hecho un hueco por el sorprendente resultado de la primera vuelta de las elecciones presidenciales.
Un resultado sorprendente porque ninguno de los dos grandes partidos, socialistas y liberales, estará presente, ni tampoco el partido nacionalista AUR (Alianza para la Unión de los Rumanos) al que la mayoría de las encuestas también daban por seguro en la segunda vuelta. No, la segunda vuelta se disputará finalmente este domingo entre el candidato independiente Colin Georgescu, que obtuvo el 23%, y la candidata de la USR (Unión Salvar Rumania), Elena Lasconi, que consiguió un 19%.
A Georgescu, sin un partido político que le respaldase y con una campaña hecha sobre todo en Tik Tok, las encuestas le daban un escaso 6%, pero ha conseguido el voto de más de dos millones de rumanos. Su victoria, inexplicable para muchos, ha sacado a la luz muchas de sus declaraciones pasadas a favor de la Guardia de Hierro (el movimiento fascista rumano en el periodo de entreguerras), el Mariscal Antonescu, que fue aliado de Alemania durante la Segunda Guerra Mundial, y más recientemente mostrando su admiración por Vladimir Putin. Incluso han salido a la luz las fotos de una conferencia en 2014 en la que Georgescu se sienta junto a Alexander Dugin. El ideólogo ruso, en uno de sus habituales desvaríos imperialistas, ha asegurado el pasado lunes que “Rumanía será parte de Rusia”. Georgescu también ha sido muy crítico con la OTAN, aunque ha negado ser partidario de abandonar la organización transatlántica o la UE, y se ha manifestado contrario a los “viejos partidos corruptos”, aunque sin señalar ninguna medida concreta. Como es lógico, todo esto ha hecho saltar las alarmas sobre una posible injerencia rusa, y tras el recurso de anulación presentado por otro de los candidatos, Cristian Terhes, el tribunal supremo ordenó un segundo recuento de votos que, finalmente, ha validado los resultados de la primera vuelta de las elecciones presidenciales.
Es muy difícil creer que los más de dos millones de rumanos que votaron por Georgescu son “ultras” nostálgicos o prorrusos, a pesar de que ese ha sido el mensaje que más se ha escuchado en los medios. AUR, que desde su irrupción en el parlamento en 2019 ha recibido calificativos similares, consiguió un 14%, algo más de 1,2 millones de votos; es decir, puede que Georgescu haya recogido votos de AUR o de otros partidos más pequeños de derecha, pero esto no basta para explicar este resultado. La única explicación posible es que Georgescu, como un outsider, un candidato contra todos los demás, ha recibido el voto de los descontentos con el sistema, de aquellos que han dejado de creer en los partidos políticos tradicionales, que han dejado de ir a votar, pero que están dispuestos a hacerlo cuando un candidato alternativo promete romper la baraja. Este fenómeno ya se ha dado en varios países occidentales en los últimos años y no responde a líneas ideológicas.
Por otro lado, también resulta sorprendente el resultado de Elena Lasconi, que acabó imponiéndose a los socialistas por un escaso margen. Lasconi fue apartada de las listas de USR al parlamento europeo, donde su partido forma parte de Renew, por declarar que voto “sí” en el referéndum en favor de la familia tradicional de 2018. Los malos resultados electorales le permitieron hacerse con el control del partido y convertirse en su presidente en junio, pero posteriormente cambió su postura afirmando que votaría “no” si ahora se hiciese un referéndum y mostrando su apoyo por las uniones civiles “con todo su ser”. Aunque su partido se proclama liberal-conservador y Lasconi ha afirmado que “quiere un gobierno de derechas”, muchos consideran su candidatura como “progresista”, algo que no da votos en un país tan tradicional como Rumanía. En las elecciones parlamentarias celebradas el domingo, la USR bajo del 15% al 12% de los votos.
Los partidos gobernantes, la gran coalición formada por el Partido Socialdemócrata y el Partido Nacional Liberal que tuvo su mayor expresión en la formación de una lista conjunta al parlamento europeo, sufrieron una sonada derrota en las elecciones parlamentarias. Los socialistas fueron el partido más votado y obtuvieron un 22%, pero perdieron 7 puntos, mientras que los liberales pasaron del 25% al 14% de los votos, convirtiéndose en la tercera fuerza política dos puntos por encima de la USR. AUR dobló sus resultados, del 9% al 18% y se ha convertido en la segunda fuerza. También entraron en el parlamento otros dos partidos de derecha populista: SOS Romania, dirigida por la controvertida Diana Șoșoacă que fue expulsada de AUR, que obtuvo un 7%, y POT (Partido de los Jóvenes), dirigida por una ex diputada de AUR, Anamaria Gavrilă, que fue el único partido que apoyó a Georgescu y sacó un 6%. Por último, la Unión Democrática de los Húngaros de Rumanía (UDMR), obtuvo un 6,5 %.
El martes por la mañana asistí por zoom a una rueda de prensa de George Simion, en la que el presidente de AUR afirmó que su partido “era el ganador de las elecciones” por haber doblado sus resultados ante la debacle de los partidos gobernantes. Para Simion, la clave del buen resultado de AUR está en haberse mantenido fieles a sus principios, porque “no podemos perder lo que somos”. Otro factor determinante fue el voto de la diáspora rumana, muy numerosa en países como Italia o España, en la que AUR pasó de ser el segundo o tercer partido más votado en las elecciones anteriores, a alcanzar el primer puesto. Para Simion, la razón del éxito radica en la creación de grupos partidarios en las distintas comunidades rumanas, que además se han visto reforzados por las frecuentes visitas del propio Simion, Claudiu Tarziu y otros destacados miembros de AUR como Dragos Moldoveanu. De hecho, Simion visitó la comunidad rumana afectada por las inundaciones en Valencia, que es el grupo de extranjeros más numeroso en esa región, para interesarse por la situación de sus compatriotas un día antes de que el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, que no fue bien recibido por los valencianos, acudiera a ver el desastre.
“La gente está cansada de los partidos políticos”, afirmó Simion, que señaló que su partido iba a apoyar a Georgescu en la segunda vuelta por “defender valores familiares tradicionales”, aunque dejando claro que no lo consideraba un candidato “perfecto”. A las preguntas de los periodistas sobre a que se refería, Simion contestó que AUR “no apoya a criminales de guerra” y que su partido está comprometido con Europa y con los Estados Unidos, pero tiene claro que no se puede ceder a todo lo que pida Bruselas y es necesario “negociar más duro”. Simion también alabó las propuestas de Trump para alcanzar la paz en Ucrania y señaló como un “modelo a seguir” a la primer ministro italiana Giorgia Meloni. “Somos parte de la solución, no del problema” concluyó el presidente de AUR.
La formación de un nuevo gobierno no parece fácil, aunque, en principio, pudiera repetirse una coalición de socialistas, liberales y el partido de la minoría húngara, a los que habría que sumar a la USR. Sin embargo, es evidente que esta clase de coalición impone un coste electoral muy elevado y tampoco asegura la formación de un gobierno estable. Todo ello sin olvidar la controvertida elección presidencial que tendrá lugar este domingo y que, sea cual sea el resultado, está teniendo un fuerte efecto de polarización de la sociedad. Los liberales ya han anunciado su apoyo a Lasconi, pero los socialistas se están mostrando ambiguos y, de momento, no han optado por ningún candidato. A día de hoy, cualquier resultado es posible.
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