“Sólo podremos alcanzar una paz verdadera desde una posición de fuerza”: Una entrevista con Gabrielius Landsbergis
Gabrielius Landsbergis es licenciado en Historia por la Universidad de Vilna y tiene un máster en Relaciones Internacionales en el Instituto de Relaciones Internacionales y Ciencias Políticas de la Universidad de Vilna. Fue eurodiputado entre 2014-2016 por la Unión Patriótica – Demócrata Cristianos Lituanos (Partido Popular Europeo) y formó parte de la Comisión de Comercio Internacional y de la Subcomisión de Seguridad y Defensa. Desde 2015 se convirtió en presidente del partido y en noviembre de 2016 fue elegido diputado para el parlamento lituano (Seimas). Desde diciembre de 2020 hasta noviembre de 2024 ha sido ministro de Asuntos Exteriores de Lituania. Tras las elecciones de octubre de 2024, en las que la Unión Patriótica quedó en segundo lugar, Landsbergis abandonó su cargo de presidente y rechazó un escaño en la lista proporcional del Seimas por los malos resultados electorales del partido.
Álvaro Peñas: Después de casi tres años de guerra, Europa sigue sin estar preparada para hacer frente a un conflicto como el que estamos viendo en Ucrania. ¿Es un problema de falta de visión o de voluntad política?
Gabrielius Landsbergis: El problema de fondo es que ahora estamos satisfechos de que muchos países estén gastando un 2% en Defensa, pero si hubiera una guerra, nos encontramos con que nueve países europeos aún no llegan a ese 2%. Es cierto que algunos se han comprometido a ello, pero esto nos da una idea de cómo se está tratando la situación actual. Cuando he tratado con políticos de otros países les he preguntado cuál es el problema porque en Lituania gastamos el 3,5% y Polonia gasta el 4,5%, y la respuesta que me han dado es que es muy difícil convencer a la población de que este gasto es necesario. Creo que esta es la base del problema, no tenemos un dialogo con nuestra gente para explicarles el problema que estamos enfrentando. Puede que no se quiera alarmar a la gente, así que les decimos que la situación no es tan mala y que está contenida en Ucrania, y que por esa razón no hace falta gastar ese dinero, pero aquí empieza el error. Cuando sufrimos el COVID, se llegó a un consenso y se decidió que era necesario gastar mucho dinero para revertir la situación, pero con Ucrania no se ha hecho eso. Y hasta que no lo hagamos, va a ser muy difícil que esto cambie.
¿Quizás el problema es que no se está explicando a los europeos el coste que tendría una derrota de Ucrania en la guerra?
Por supuesto, hay que ser honesto con lo que está en juego y hablar claramente del dinero que se está gastando. Es complicado hablar del dinero que deben gastar otros, pero voy a ponerle un ejemplo: gastamos 750 billones de euros en el COVID en un fondo común europeo de los que 160 billones fueron para Italia para su recuperación económica, pero cuando calculamos cuanto dinero se ha enviado a Ucrania tenemos unos cinco billones. Es una fracción muy pequeña y ese es el problema.
No obstante, muchos europeos creen que el gasto es mucho mayor, en parte por la propaganda rusa y porque algunos políticos están mandando ese mensaje electoralmente. De nuevo, porque no se está hablando con claridad a la población.
Sí, absolutamente. Rusia está usando activamente narrativas contra nosotros y es el problema cuando hablamos de energía o de alimentos, y cada vez es más evidente. Esto muestra que hemos estado demasiado cómodos con la situación geopolítica porque esta guerra no ha empezado en 2022, empezó en 2014, y hemos tenido ocho años para prepararnos antes de la invasión, y casi tres desde su inicio, y aún carecemos de urgencia para hacerlo.
La llegada de Donald Trump a la presidencia estadounidense en enero y su intención de poner fin a la guerra ha promovido la narrativa de un alto el fuego y de unos nuevos acuerdos de Minsk. ¿Qué le parece esta posibilidad?
Es muy importante recordar qué fueron los acuerdos de Minsk y que fueron utilizados como una herramienta para empujar a Ucrania a un alto el fuego incondicional. En primer lugar, estos acuerdos provocaron que no se produjeran ni entregaran más armas a Ucrania, a pesar de que Angela Merkel dice lo contrario en su libro, y esto no cambio hasta 2019, cuando Trump decidió enviar los Javelin. En segundo lugar, no hubo garantías de seguridad, es decir, que si algo sucedía tendrían que defenderse por sí mismos. En tercer lugar, le cortamos el talón de Aquiles a Ucrania, porque no había promesas de integración europea y porque las regiones controladas por Moscú tendrían capacidad de veto en todo lo que hiciera Kyiv; básicamente, Ucrania no podría tomar decisiones sin el permiso de Putin.
Los acuerdos de Minsk dejaron a Ucrania en una situación horrible, en una posición muy débil y a expensas de volver a ser atacado de nuevo. Si ahora no vemos que hay que cambiar estos parámetros, la situación no será diferente y sería un error enorme. Ucrania tiene que tener armas, ser fuerte y recibir nuevo armamento, y necesita garantías de seguridad y una promesa política muy clara de integración en la Unión Europea, porque eso traerá las inversiones necesarias para reconstruir el país. De lo contrario, da igual que se firme un alto el fuego, la guerra volverá al día siguiente.
Rusia no parece abierta al diálogo. Hace poco, su ministro de asuntos exteriores, Sergei Lavrov, demandaba la retirada de la OTAN a las fronteras de 1997, lo que representa una clara amenaza para los países bálticos.
Exactamente. Ya lo había pedido antes de la guerra, porque cuanto más fuerte se siente Rusia mayores son sus demandas. En 2014, sus exigencias eran sobre Ucrania; ahora, ya tienen demandas sobre Lituania y en el futuro las tendrán sobre Polonia. Si no somos capaces de defender a Ucrania, ¿qué exigirán? Ucrania está realmente luchando por todos nosotros y así es como veo la situación.
Recientemente, usted escribía sobre como el proyecto de la guerra de las galaxias había causado el desplome económico de la Unión Soviética, ¿se puede establecer un paralelismo con la situación actual?
Utilice ese ejemplo porque creo que es muy útil que nos lo recordemos a nosotros mismos. Una de las formas con las que Occidente ganó la Guerra Fría fue con la promesa de mantener una guerra muy larga, es decir, no se hablaba de un año para el siguiente, sino que la promesa era luchar el tiempo necesario y, al mismo tiempo, aumentar el gasto. En el caso de Putin, si fuéramos capaces de hacer una promesa firme de apoyar a Ucrania y estar dispuestos a gastar dinero y crear nuevos programas de armas, romperíamos todos sus cálculos. Imagine que, en vez de hacer las previsiones hasta el próximo enero, tuviéramos un programa hasta 2040, para Putin sería un verdadero problema mantener el coste de la guerra cuando vemos que cada vez tiene mayores problemas económicos. Lo estoy planteando de una manera simplista, pero así es cómo funciona. Reagan lo dejó muy claro: “Haremos lo que haga falta”, y si estás dispuesto a gastar más dinero, porque lo tienes, y cuentas con una superioridad tecnológica y de innovación, entonces puedes ganar esa guerra como se hizo en los ochenta.
También hace la comparación con los años treinta del siglo pasado.
Absolutamente. En 1938, Hitler planteó sus exigencias mediante el uso de la fuerza y la intimidación, ahora estamos viviendo la misma situación y no entiendo cómo muchas personas pueden explicarse a sí mismas que la situación que estamos viviendo con Rusia en Ucrania es diferente. Desafortunadamente no lo es.
¿Qué le parece la idea de “Paz mediante la fuerza” que promueve Donald Trump y la posibilidad de aumentar hasta un 3% el gasto militar?
La petición inicial del presidente Trump era alcanzar el 5%, aunque era un punto de partida para negociar con varios países. Desde mi perspectiva creo que la idea es razonable en la situación actual y que para aumentar la ayuda militar y las garantías de seguridad a Ucrania tenemos que estar alrededor de un gasto del 3-4% en defensa. Para tener paz es necesaria una buena inversión en defensa.
Ahora vemos que, antes del cambio de administración, Estados Unidos está enviando mucho material de guerra a Ucrania, un material que se había comprometido a enviar, pero que se ha retrasado muchísimo. No obstante, su envío es una muy buena noticia. Sólo podemos conseguir una paz verdadera desde una posición de fuerza. Si fuésemos capaces de decirle a Putin que lo que está viendo ahora va a ser su nueva realidad, esa sería una buena estrategia.
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