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Vender la piel del oso antes de cazarlo

2023-07-26
Tiempo de lectura: 6 min
Hace dos semanas, Alberto Núñez Feijóo se veía como presidente y claro vencedor de las elecciones generales en España. Los resultados en las elecciones regionales y locales del 28 de mayo, y la mayoría de las encuestas, auguraban un giro a la derecha y un cambio de gobierno.


Feijóo tuvo un debate con Pedro Sánchez, en el que quedó bastante mejor que su rival, pero hizo una campaña en la que, en vez de atacar a los socialistas y su corrupción, se dedicó a demonizar a VOX, manifestando una y otra vez que prefería pactar con los socialistas que con el partido de Abascal. Esta maniobra iba destinada a conseguir votos de la izquierda, pero, al mismo tiempo, ha sido una constatación más de que los dirigentes del PP están muy cómodos con un ideario progresista del que asumen casi todos sus postulados: feminismo, género, cambio climático... Feijóo también insistió en el “voto útil”, la concentración de todos los votos de la derecha, de los votantes de VOX para el PP. Una llamada al voto útil que, debido a nuestro sistema electoral, es a veces contraproducente, como se ha demostrado de nuevo en estas elecciones, porque, al debilitar a su aliado, la victoria electoral es pírrica. En la última semana de la campaña electoral se organizó un nuevo debate para los cuatro grandes partidos: PSOE, PP, VOX y Sumar. Sin embargo, el presidente del Partido Popular prefirió no presentarse, dando por sentado que ya había ganado las elecciones y que se trataba de un “debate de perdedores”. Feijóo no salió a ganar las elecciones, se sentó en el porche de su casa a ver pasar el cadáver político de Pedro Sánchez, y ese error le ha salido muy caro.  El Partido Popular ha aumentado en 42 diputados, pasando a 136 y consiguiendo más de 7 millones de votos, pero no es suficiente. Por eso, la imagen de Feijóo rodeado de su cúpula celebrando la victoria parece una broma de mal gusto; una broma que no hizo reír a la única dirigente del PP que no se vistió de blanco para la ocasión: Isabel Díaz Ayuso.

VOX pasó de 52 diputados a 33, más de un tercio de su representación en el Congreso, aunque la perdida de votos, más de 600.000, fuera de una sexta parte de sus votantes. VOX ha sufrido una tremenda campaña mediática de demonización y a favor del voto útil. Es cierto y es el precio a pagar por hacer frente a la corrección política, pero hay detalles preocupantes, como el caso de Castilla y León, donde VOX lleva dos años gobernando con el PP, y en el que sólo se ha conservado uno de los seis diputados obtenidos en 2019. El partido de Abascal debe hacer una profunda reflexión sobre lo sucedido y no caer en la complacencia o el victimismo porque es más necesario que nunca.

Lo que nadie esperaba eran los buenos resultados del Partido Socialista. A pesar de las mentiras, los escándalos de corrupción, las cesiones injustificadas a Marruecos o los acuerdos con los independentistas, los socialistas también superaban los 7 millones de votos y conseguían 122 escaños, dos más que en 2019. En la noche electoral, Sánchez se dirigió exultante a sus seguidores mientras estos gritaban “No pasarán”, el grito de las milicias durante la Guerra Civil española. Una gran parte de la izquierda española sigue anclada en el guerracivilismo y en el enfrentamiento, y eso es lo que ofrece el PSOE de Pedro Sánchez. A su izquierda, Sumar, la coalición de la comunista Yolanda Díaz, lograba recomponer los restos de Podemos y conseguía 31 escaños, 8 menos que en 2019 y 700.000 votos menos. A diferencia de lo que el PP ha hecho con VOX, los medios del PSOE han blanqueado a los comunistas, algo que también han hecho los medios vinculados al PP. A pesar de una campaña infantil que daba vergüenza ajena, 3 millones de españoles han votado a Sumar. Díaz celebró los resultados como una victoria contra la “extrema derecha”.

Posibles pactos electorales

La única opción para que Núñez Feijóo sea elegido presidente sería contar con el apoyo de los 5 diputados del Partido Nacionalista Vasco (PNV), ya que el PP, Vox, y los dos diputados de Unión del Pueblo Navarro y Coalición Canaria suman 171 escaños. Un apoyo que, con toda probabilidad, no va a producirse. Por la izquierda, PSOE y Sumar suman 153 diputados y necesitan a todas las fuerzas independentistas: 7 de ERC, 6 de EH Bildu y 1 del Bloque Nacionalista Galego. Más el PNV, son 172 diputados, uno más que el bloque del PP, pero necesitarían al menos la abstención del partido de Carles Puigdemont, Junts, que tiene 7 escaños. Sumar, que ya se ha ofrecido a Sánchez para repetir coalición de gobierno, también negocia con el expresidente catalán y prófugo de la justicia, y cuyo precio para facilitar la investidura de Sánchez pasa por la “amnistía y la autodeterminación”. Sánchez, que pactó con los separatistas catalanes los indultos y la eliminación del delito de sedición, podría formar un nuevo gobierno “Frankenstein”. El futuro de España estará en manos de un prófugo como Puigdemont o de un condenado por terrorismo como Otegui. El coste de ese nuevo gobierno lo pagaremos todos.

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