Carolina Barrero: “En Cuba no hay alimentos ni medicinas, pero el régimen construye hoteles antes que hospitales”
Entrevista con Carolina Barrero, activista por la defensa de los derechos humanos en Cuba, autoexiliada en España desde febrero de 2022.
Álvaro Peñas: Creo que el autoexilio es uno de los métodos habituales del regimen cubano para deshacerse de los opositores.
Carolina Barrero: Sí, es una práctica recurrente que empezaron a utilizar desde el triunfo, más bien el desastre, de la guerrilla armada que lideraba Fidel Castro. Desde el inicio han empleado todos los métodos y todas las tácticas represivas para neutralizar a cualquier forma de disidencia y una de ellas es el exilio forzado. En mi caso, después de habérmelo pedido muchas veces mediante amenazas de que iba ir a la cárcel. En Cuba tengo cuatro causas por delitos contra la seguridad del Estado, abiertas por los instructores de Villa Marista, que es una prisión muy conocida porque es el centro de instrucción penal de la seguridad del Estado más importante de La Habana. Allí hay instructores penales capacitados para abrir causas jurídicas contra opositores simplemente por disentir. Normalmente, las causas penales que usan son delitos comunes para que la opinión pública internacional crea que los opositores son criminales, delincuentes comunes, vándalos, gente que atenta contra el orden público o comete desacato contra la autoridad policial. Para cometer desacato, simplemente basta con preguntar: “¿Por qué me están llevando preso?”. Algo muy común, porque se producen muchas detenciones irregulares y sin ninguna explicación. Te detienen en la calle a la fuerza, te meten dentro del coche patrulla y te llevan a una estación policial donde puedes pasar días y semanas, y estar desaparecido sin que se informe a tu familia o a la opinión pública. Simplemente, por negarte a acompañar a la policia en una detención arbitraria, te pueden acusar de desacato a la autoridad. Yo he sido acusada de desacato y también de “inspiración a delinquir”, que se produce cuando se reivindica públicamente el derecho a la manifestación. Me amenazaron muchas veces y sufrí arresto domiciliario sin ninguna justificación legal, que es lo que sucede cuando hay un gobierno opresor que no da cuenta a la justicia del ejercicio de su poder. Mi salida se precipitó porque me chantajearon con la seguridad de otras personas, especialmente de las madres de presos políticos que protestaron conmigo frente a un tribunal el 31 de enero de 2022. Ese día se juzgó allí a nueve menores por sedición. Yo acompañé a algunas de sus madres y cuando los muchachos salieron, gritamos: “Libertad”. Por esa razón nos detuvieron y nos golpearon, y a mí me dijeron que si no me iba esas madres acabarían en la cárcel por desorden público. Porque el régimen de Cuba entiende que el amor de una madre, y que una madre vaya a ver a su hijo y a pedir su libertad, es desorden público. Así fue como llegué a España.
En los últimos años se han visto cada vez más protestas en Cuba por diferentes motivos, que quizás ahora son más visibles gracias a las redes sociales. ¿Cree que cada vez más gente está perdiendo el miedo a protestar contra el régimen?
Creo que siempre se ha protestado contra la dictadura en Cuba, y especialmente al principio, en los sesenta. Y habría que hacer una revisión profunda y muy crítica de los muertos, detenidos y condenados de los años 60 a los 90. Lo que pasa es que en los últimos años, gracias al internet, la protestas han podido llegar más lejos, a la opinión pública internacional y a los propios cubanos que también han podido conocer el nivel de resistencia contra el régimen. Antes Cuba estaba a ciegas y todo lo que salía al exterior estaba bajo el control de los órganos de propaganda del Partido Comunista, de la prensa nacional, de la televisión y del aparato diplomático cubano, que también es parte de esa gran maquinaria propagandística. Sólo eso llegaba afuera y eso era lo que el mundo se creía, pero con internet ya se puede contrastar y cualquier ciudadano puede dar su opinión y mostrar cómo la policía golpea o detiene arbitrariamente. Y también, en paralelo, es evidente que hay un proceso de decadencia del régimen. La máscara del mito de la revolución ha caído y cada vez está más claro que se trata de una élite militar corrupta en el poder, e incluso los sectores que eran más afines no lo pueden ignorar.
¿A qué se refiere con que el mito de la revolución ha caído?
Hay un sector importante de la opinión pública internacional, especialmente en la izquierda, que todavía mira con buenos ojos, con una visión romántica, el proceso de la revolución, como si hubiera sido en algún momento un proceso de justicia social. Cuando yo hablo del mito, hablo de la propaganda del Partido Comunista y la propaganda oficial con cosas como la educación o la salud. Algo que en realidad no son más que los deberes que debe dar cualquier Estado y que en ningún caso, si se consiguieran en los niveles que venden, pueden justificar las violaciones de los derechos humanos ni la existencia de una dictadura. El mito de la revolución, esa épica revolucionaria que el régimen, que la dictadura de Fidel Castro vendió por todo el mundo y que hizo que muchos miraran con buenos ojos lo que realmente pasaba en Cuba, no tiene nada que ver con la realidad.
¿Se ha encontrado a mucha gente en España con esa imagen romántica de Cuba?
Todos los cubanos hemos vivido eso en España y en todas partes del mundo. Hay personas que les molesta cuando les cuentas cómo se vive en Cuba, gente que ni siquiera ha ido a Cuba o sí lo ha hecho ha estado en un hotel en Varadero o tres días en una casa muy pintoresca en La Habana vieja bailando y tomando mojitos. Estos son los que te llaman mercenario, imperialista o capitalista. Y esto es muy triste también para los cubanos, que se sienten bastante solos. Te pongo un ejemplo más concreto, aquí en España hay instituciones que abren las puertas a nuestros hermanos de Nicaragua, algo con lo que estoy completamente de acuerdo, y pueden ir a hablar de política contra Ortega, pero a los cubanos sólo se nos abre la puerta cuando se trata de actividades culturales. Si queremos hablar políticamente de las violaciones de derechos humanos que hay en Cuba, para eso no hay agenda y no hay fecha en ningún año, ni en el 2023 ni en el 2024. Lo cierto es que la oposición y el exilio cubano hemos estado muy solos en España, porque aquí está muy presente esa imagen de romanticismo de la revolución cubana. Y también porque España en particular es un país que mantiene muchos intereses económicos dentro de Cuba y parece que cuidar esos intereses económicos pesa más a veces en las políticas de Estado que los derechos humanos. Hemos pedido un cambio al Estado español y, de hecho, hemos entregado cartas en el Congreso de los Diputados y también en Bruselas, porque la política exterior de la Unión Europea hacia Cuba está muy influenciada por la política española. Hemos pedido a todos los niveles que haya una coherencia en la política exterior hacia Cuba y que España pueda ponerse del lado de las fuerzas democráticas.
Frente a esa imagen romántica que todavía persiste, ¿cómo es la realidad para un cubano que vive bajo el socialismo?
Es un desastre. En Cuba no hay medicinas y no es por culpa de ninguna sanción. Medicinas humanitarias se reciben de Estados Unidos y de todas partes del mundo, como también se reciben alimentos, que en muchos casos el propio régimen revende porque no los utiliza en función de la necesidad de la gente. Hemos ido a comprar en establecimientos del Estado cubano y te venden un aceite que viene con una etiqueta que pone “donación PMA” (programa de alimentos de Naciones Unidas). No hay medicamentos ni hay comida, y todos los días vemos imágenes de personas mayores en estado de desnutrición, algunos desmayándose en las calles, o niños que mueren porque no llega una ambulancia. La situación dentro de los hospitales es de verdadero terror: no hay capacidad para atender a los pacientes, no hay condiciones higiénicas, faltan médicos, etc. Cuba utiliza a los médicos en un régimen de semiesclavitud y los manda en misiones médicas. Hay muchos estudios de Naciones Unidas sobre las condiciones en que esas personas van a las misiones médicas. Para empezar el régimen se queda con casi el noventa por ciento de su salario y no pueden abandonar los lugares donde se hospedan, y también les obligan a hacer proselitismo y propaganda ideológica. Por eso no hay suficientes médicos y los riesgos de entrar a un hospital en Cuba son impredecibles porque puede pasar cualquier cosa. Sin embargo, el régimen continúa construyendo hoteles antes que hospitales. Hace poco hicieron un festival en el Cayo Santa María porque para eso sí hay presupuesto, pero no para resolver el problema de la salud pública y de la educación.
También hay dinero para exportar la revolución a Venezuela, lógicamente a cambio de petróleo.
Desde luego. O el escándalo más reciente del envío de tropas para luchar contra Ucrania. Hace muchos meses se empezaron a destapar acuerdos militares de la dictadura con Bielorrusia. Después se produjo la visita de Lavrov, el ministro de exteriores ruso a La Habana y también de un general Patrushev, pero la gente se resistía a pensar en la existencia de una colaboración y de participación real en la guerra. Y al final, ha salido la noticia de que efectivamente Cuba estaba enviando efectivos para pelear en la guerra contra Ucrania del lado ruso. Hay imágenes y hay videos de hombres y mujeres vestidos con uniforme militar y la bandera de Cuba en Ucrania. Esto es una operación que no es nueva, es igual a lo que hicieron en África, con Etiopía y la guerra de Angola, o lo que han hecho en América Latina, donde han generado las guerrillas latinoamericanas. En el origen de todas ellas está Cuba. Esa vocación imperialista de Cuba, que probablemente sea el verdadero imperialismo, es innegable para quienquiera investigarlo mínimamente. Sin embargo, es un régimen que suele victimizarse, cuando realmente es el victimario, y su intervención en conflictos bélicos, no precisamente en favor de la democracia, debería hacer pensar a quienes todavía lo justifican.
El gobierno cubano ha intentado desvincularse de este caso, diciendo que se trataba de personas engañadas que fueron a trabajar.
Es absurdo. Me pregunto qué va decir el señor Josep Borrell, el señor Pedro Sánchez y la alta diplomacia europea. Especialmente el señor Borrell que ha ido a Cuba a hacerle genuflexión a Díaz-Canel y que ha dicho que va a trabajar más en la Unión Europea para apoyar a Cuba y condenar el bloqueo. Que va a decir el señor Borrell después de ver las pruebas de que Cuba ha mandado tropas para que luchen del lado de Rusia. Veremos sí también lo niega o no.
Cuba ha pasado de estar aislada, tras la caída de la URSS, a contar con el Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla, y con una influencia cada vez mayor en toda Iberoamérica.
Sí, no es algo nuevo. Vivimos en un mundo que desde la caída del muro de Berlín comenzó a reconstituirse y ya no vivimos en un mundo bipolar de comunismo contra Occidente, sino en una red de regímenes autoritarios que colaboran y trabajan para perpetuarse y mantenerse en el poder. Se visitan, se apoyan, comparten inteligencia militar, comparten tropas si las tienen que compartir, etc. Vemos que hay un conglomerado, una mafia, una cleptocracia global de autocracias como Rusia, Bielorrusia, China, Cuba, Venezuela, Nicaragua o Bolivia. En Latinoamérica aún quedan países en donde funcionan determinados mecanismos democráticos, pero que están en una zona gris porque persiguen a defensores de los derechos humanos, porque que no tienen libertad de prensa, y porque se alinean también con estos dictadores, como son Brasil, Méjico o Argentina.
¿A dónde conduce esa zona gris?
A la miseria y falta de libertad más absoluta, porque nunca he visto que un régimen comunista lleve a otra cosa.
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